Hay que reconocer que el hombre anda todavía un tanto rezagado en el sector de la moda. Rezagado en el sentido de que hay menos ofertas para él, aunque las marcas y los diseñadores se han propuesto mejorar y volver a ponerlo en su sitio; en el sitio que le corresponde, porque también tiene derecho a contar con un amplio abanico (lo socorrido que es lo del abanico, ¿verdad?) sobre todo a la hora de elegir su vestuario en función del saldo de su tarjeta. El hombre, que fue el primer consumidor de moda, no puede perder comba. Para eso está Antony Morato que además en esta colección otoño-invierno 2013 hace un repaso histórico por las diferentes épocas de la moda masculina.
Durante los dos últimos años, el consumo de moda masculina de lujo ha crecido a un ritmo superior al femenino, leí los otros días (como se dice en Ceuta, mi tierra) en Modaes.es. En 2011, según el informe Luxury Goods Worldwide Market de Bain&Co, el mercado masculino de moda de alta gama registró un aumento del 9% frente al 7% de la mujer. En el anterior ejercicio, el alza del hombre fue del 13% en comparación con el 10% de la mujer. O sea, que el hombre se preocupa por cuidarse, aunque ya saben lo sesgadas que son las estadísticas. O sea, que a lo mejor se cuidan cuatro, de ahí que no vea usted a su alrededor ninguna mejora estética cualitativa.
Max von Boehn, que era un gran estudioso de la moda cuando no sólo nadie la estudiaba, sino que pasaba inadvertida más allá de la pasarela, escribió un tratado sobre esta disciplina que le publicó Salvat y que ahora sólo se puede encontrar por Internet, si se encuentra. En el tratado nos abría los ojos acerca de que el verdadero iniciador de la moda fue el hombre. El hombre que era el único que salía a batallar, negociar o simplemente a demostrar su poder. Era el único que tenía agenda y, por tanto, modelos a lucir para que amigos y sobre todo enemigos supieran que andaba tan boyante que se podía permitir el lujo de cambiar sus sofisticados y caros atuendos con frecuencia.
Luego llegó la Revolución Francesa y mandó parar, las mujeres se colocaron la corona, la que quedara con cabeza después de la escabechina y ellos, los pobres hombres, fueron pasando paulatinamente a un segundo plano, menos los dandis, claro. Antony Morato nos ofrece esta temporada un repaso histórico por distintas épocas de la moda masculina, partiendo desde su particular visión de la Edad Media. Para el hombre actual propone superposiciones de jerséis ligeros, capas, asimetrías, camisetas largas y chaquetas cortas, que forman una nueva silueta mas estilizada. Lana con efecto fieltro, punto grueso de acabado desgastado, y colores oscuros como el gris o el negro, hacen que esta tendencia sea perfecta para luchar como un jabato contra el frío invernal o lo que se encarte.
Pero hay más. Tenemos el neorrealismo italiano de los sesenta en grafismos y micro-prints (estampados) geométricos. La silueta estilizada de chaquetas y pantalones propician que este «look» sea práctico y perfecto para ir a trabajar, esa obligación que antes era habitual en los seres humanos y que desde hace tiempo es una raya en el agua. Además, Antony Morato presenta su personal concepto del dandi bohemio con prendas como las chaquetas de frac sobre camisas con motivos florales, que incluye accesorios como las pajaritas y los broches de fieltro.
Si usted, caballero que tiene la paciencia de leerme, no acaba de encontrar su estilo no desespere, porque aún quedan los típicos estampados y los cortes de la década de los setenta, pero adaptados al siglo XXI, con chaquetas en tejidos cálidos. Los tonos ocres, mostazas y marrones predominan en pantalones de tiro bajo que se estrechan a la altura de la rodilla. Pero no acaba aquí la cosa, ya que cerramos con la línea inspirada en las estrellas de cine de Hollywood en Technicolor. Los rostros de actrices como Brigitte Bardot o Rita Hayworth protagonizan algunas de las camisetas de la firma. Sin olvidarnos del denim marca de la Casa, que este invierno se presenta con acabados de aspecto vintage, estampados antiguos y ¡ojo! estratégicos remiendos.