La vemos y todos sabemos que es una mujer de la vida; una mujer que hace la calle, por usar los eufemismos más clásicos. La vemos y todos sabemos que Mónica vende su cuerpo, no necesariamente al mejor postor, por las Ramblas, por el Raval de Barcelona. No pregona su profesión, pero procura anunciarse en sus pinturas de guerra, en sus ceñidas botas, en su menguada falda, en su abrigo de falso leopardo y en ese aire de reinona un tanto tierna de un sórdido espacio tan profanado como ella. Todos sabemos que utiliza palabras volcánicas desgastadas por el uso y gestos que no requieren de traducción simultánea. Porque Mónica ejerce uno de esos oficios añejos, estigmatizados en todos los tiempos pero que perviven, como pervive la esclavitud, con otro nombre, con otro matiz, pero con la misma esencia: Yo te mando y tú, obedeces, porque yo soy fuerte, porque tú eres débil. Exhibe Mónica sus poderes ante la cámara, pero no está sola. Detrás hay un hombre que espera. Espera tal vez sus servicios, sus beneficios. Espera indiferente al minuto de gloria de la institución del barrio.
(Foto: Aitor Lara www.aitorlara.com)
10 comentarios
I like the way you see problems
Aitor capta la realidad, lo crudo pero con un alo de magia .
Sigue siendo una delicia «recogerse» en tu blog y saborear tus escritos. Consigues ese punto de ternura ácida que se precisa para mirar la vida. Un beso.
Genial Aitor. Genial Clara.
Esa fuerza, esa imagen que habla por si sola, pero cuando las palabras de clara la envuelven el conjunto es mágico.
huy! esas piernas gorditas …..cuanta ternura y dolor!!! felicitaciones.
Me gusta la foto, pero el texto me deja sin palabras…..Que buena eres Clara. Por Dios!!!!! publica un libro o algo que es un placer leerte!!!!!
El oficio más antiguo del mundo se ha acompañado de una imagen ambigua de estas mujeres, presentándolas de forma sensual y trágica, al mismo tiempo. Pero no podríamos negar que representan la parte amoral y feísta de la sociedad. Son unas cenicientas modernas a quienes damos de lado y acaso nos limitamos a compadecernos de ellas. Ahora, sobre todo que existe el debate de la legalización de este “oficio añejo”, del que desaparecerían de nuestro imaginario y de paso, de nuestro barrio. Esta imagen tiene las horas contadas. Pero no quisiera hacer apología, en un sentido u otro, y quisiera terminar con la visión del cine de estas mujeres. Muchas actrices se han redimido con este papel que, en ocasiones, ha valido un Oscar. Por citar a una, Elisabeth Taylor en La mujer marcada (Daniel Mann) lograba la estatuilla con una interpretación que ella repudiaba. Con sinceridad, la actriz que se había casado más veces, lógicamente no podía sentir afín a un oficio que suele ser uno de los males del matrimonio.
Botas de cocodrilo, abrigo de leopardo, minifalda, diadema de princesa y un maquillaje que completa el look de mujer fatal. La foto lo dice todo y el texto nos lo remarca aún mas. Saludos para los autores de ambos.
La foto es magnífica, pero el texto tiene una gran sensibilidad.
Una foto muy buena, buenísima. Este blog es una caja de sorpresas
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