© Fernando Ruso
Despertar de ser niño es bailar la danza prosaica de la vida. Esa que te dice que el pan es pan y el vino vino. Y no pierdas el compás porque te pisan. Se ha quemado este tiovivo y nos ha dejado huérfanos de risas, de esa risa párvula que hacía feliz al poeta Miguel Hernández. Porque despertar de ser niño es llevar triste la boca, con una mueca resabiada del que se cree que lo sabe todo y anda en perpetua ayuna. Un caballito de chispeantes colores que sube y baja es el iniciático viaje infantil hacia la gloria. Tocar con los dedos lo que no alcanzamos, lo que nos está vetado, es un desafío. Llegar alto, explorar lo desconocido, sentir más cerca ese misterioso cielo que a veces se nubla, mientras, con los pies en la tierra, alguien muy querido nos mira babeante. Agarrado a su férrea brida, el tiovivo gira y hasta hace cabriolas en una efímera vuelta que, claro, siempre sabe a poco. Quieres seguir eternamente subido al caballito de feria porque a su grupa el mundo se ve de colores. De esos inocentes colores de los pocos años, cuando hay tanto por descubrir y los vaivenes son sólo cosquillas en el estómago que espolean los sentidos. Pero luego llega el fuego que lo arrasa todo, entran en danza los fantasmas que te recuerdan que eres de barro y entonces, sólo entonces, es cuando te enteras de que la vida tiene cierto olor a chamusquina.
(Foto: Fernando Ruso www.fernandoruso.com)
13 comentarios
Magistral la relación que establece Clara Guzmán. Aprovecha la foto de un carrusel completamente calcinado para trasladarnos la imagen de final de la infancia, de sueños rotos, de paraísos perdidos. Algo trágica, quizás, la mención de «las nanas de la cebolla» de Miguel Hernández, pero, en cualquier caso, esta bloguera saca agua hasta de un pozo seco.
Yo siempre, al leer los textos de las fotos, me pregunto si están hechos con el consentimiento del fotografo. ¿Que dice al respecto Fernando Ruso? Es por curiosidad.
Enhorabuena a todos
No voy a hacer un comentario de este texto, sino un pequeño cuento relacionado con el tema. Así dice:
Había una vez un niño que, a fuerza de los años, se hizo grande. Pero era hombre sólo por fuera. Debía mirarse al espejo para descubrír cómo le envejecía su cuerpo, porque en su interior nada había cambiado. Así el niño se hizo adulto, el adulto se hizo anciano y llegó el día en que el anciano, falleció. Sus ojos, que se resistían a morir, se abrieron y los que le miraban contuvieron la respiración: un tiovivo, en movimiento, se reflejaba en sus pupilas. Sólo envejecía su cuerpo, porque él había sido siempre un niño eterno.
Si no te ha gustado el cuento
dale la vuelta y verás,
que los años han pasado
y la infancia, quedó atrás.
Me gusta la foto, quizás en blanco y negro hubiera quedado más impactante.
LA FOTO ME GUSTA Y EL TEXTO LA COMPLEMENTA.
estupenda vuelta de tuerca a la comparación del tio vivo con la vida. El olor a chamusquina es un poco la salsa de la vida, si todo fuera como en el carrusel, menudo aburrimiento
A mí la foto me gusta pero no entiendo de fotos. Solo se que me transmite muchas sensaciones y eso es lo importante. no??????
Pura poesía!!! Personalmente la foto tiene mucha fuerza, pero claro, un tiovivo que es algo tan vinculado a ese sentimiento que muy bien refiere Clara, ayuda al fotográfo a plasmar la estampa.
¿Que de malo hay que sea una foto periodistica? Creo que esta foto dice muchas cosas, que creo que ha sabido interpretar muy bien esta señora. A veces no todo es la filigrana.
La foto es una foto periodística, que se redondea con el texto. Me han gustado más otras que se han publicado en este apartado.
Hay fotos mejores en la web de este fotógrafo. No sé por qué han puesto esta.
La foto es sobrecogedora. El texto me ha dejado de piedra. Son mis sensaciones escritas por esta señora.
Los comentarios están cerrados