Isabel Muguruza y Eva Olivar -en la imagen-, las dos artífices de la firma de calcetines Carocho (www.carocho.com), han ido rompiendo esquemas desde que la fundaran en plena pandemia. Tantos han roto que «rompiendo esquemas» se ha convertido en su actual eslogan. A saber: es una prenda solidaria, creada por Íñigo, el hijo de Isabel, que también ha roto esquemas al salvar barreras a pesar de su discapacidad. Es también sostenible, pensada, creada, diseñada y fabricada en España. Este complemento, que se ha erigido en uno de los principales del armario tanto femenino como masculino, está tratado con mucha profesionalidad por estas dos creativas, que buscan la perfección en cada modelo, tanto en los suyos propios como en los que les encargan las empresas. Puedo dar fe.
Vuelve Carocho a telademoda con la noticia de que, en mes y medio, veintinueve empresas les han confiado sus calcetines corporativos para regalar, sobre todo en estas fechas. «Unas son potentes y otras medianas -dice Isabel-, pero, por ejemplo, Lacasa, la empresa de chocolate que está ubicada en Utebo (Zaragoza); sí, donde hacen los famosos Lacasitos, es la segunda Navidad que nos encarga su calcetín corporativo, cien por cien solidario. Este trimestre es el más fuerte del año y se dona todo lo que se puede a las instituciones que luchan por hacer un mundo más inclusivo al normalizar la discapacidad». El año 2021 Carocho empezó su andadura con cinco modelos y en la actualidad van sumando prácticamente cada semana uno más. «El 10% de la facturación de los calcetines de las empresas va destinado a una fundación distinta cada año y en la de los particulares, casi el 50%».
Isabel me comenta que es una firma totalmente transparente. «Cada trimestre colgamos en la página web (www.carocho.com) las donaciones y es verdad que hemos crecido, pero nos queda mucho camino por recorrer». Su hijo Íñigo es el responsable de que estas dos amigas se metieran de lleno en una aventura empresarial relacionada con la moda. «Cuando Íñigo se enfadaba, mordía el calcetín del pie derecho. Es una empresa hecha por Íñigo, no para Íñigo, construida sobre los cimientos no sólo de la solidaridad, sino de un trabajo profesional, de unos diseños originales, de un comercio de cercanía, que da carta de naturaleza al hecho en España, y sobre la sostenibilidad». Los calcetines son de algodón orgánico, un plus más que añadir a esta firma comprometida con el respeto a la naturaleza.
Carocho, que significa escarabajo de seis patas en portugués, lo conforman a partes iguales, Isabel y Eva, pero a a ellas se ha unido un amigo diseñador como socio minoritario. «El cliente que quiere encargar unos calcetines, bien corporativos o para una fecha señalada, nos puede dar la idea o delegarla en nosotros. Le pasamos dos o tres diseños y le vamos dando forma. Los colores son fundamentales, buscamos la aproximación más cercana al color corporativo. Cuidamos al máximo el detalle para que el resultado sea excelente». A lo largo de este recorrido corto, pero intenso, Isabel y Eva se han ido encontrando con gente maravillosa. Dicen que con su empresa aportan un granito de arena cada año a una fundación, pero desde sus inicios han ido sumando acciones solidarias y creaciones originales para todos aquellos que deciden vestirse por los pies.