Las bolas del árbol, en todas las tiendas de decoración, desde las más selectas hasta las de los chinos. Los turrones, en todos los supermercados de distinto pelaje, y el maquillaje de Navidad, en Chanel. Lo ha ideado la maquilladora oficial del reino del lujo estético, Lucia Pica y lo han bautizado como «Les ornements de Chanel».
Porque Lucia Pica se inspiró en una de las pasiones de la inefable señorita de la Rue Cambon: los adornos. Es decir, ponerse todo en lo alto, como ha hecho nuestra reina en su viaje a Japón. Las contradicciones de los seres humanos. Coco Chanel nos despojó de abigarramiento textil, pero era la primera en colocarse un sinfín de perlas y lo que se encartara.
El tan consabido «menos es más» lo combinaba, con mucho estilo, faltaría más, con esa fascinación por la opulencia estética. Una de las pruebas más evidentes era la decoración de su apartamento, con los biombos lacados de Coromandel o los brillantes adornos dorados. Debía tener terror al «horror vacui», que diría un erudito.
Pero veamos cómo es el maquillaje de Navidad. El esplendor y el minimalismo se dan la mano, siguiendo la línea marcada por Gabrielle Chanel. «Todo gira en torno a una tez fresca y luminosa, que contrasta con una mirada decidida efecto «smoky» y unos labios brillantes», dice la nota de prensa. Y yo añado que «smoky» significa ahumado.
«La mujer que imagino con esta colección -dice Lucia Pica- es totalmente Chanel. Busca la simplicidad intemporal, pero también le gusta la riqueza y el prestigio, la modernidad y la suntuosidad». Vamos, que la mujer imaginada por la maquilladora oficial de Chanel, es una mujer que está en el mundo. Así, en corto y por derecho.