Lebor Gabala, a cuyo frente está la ya veterana en el mundo de la moda, Maite Muñoz, acaba de presentar su colección de primavera-verano 2016, en Barcelona 080, que es un «revival» de la extinta Gaudí, como la Madrid Fashion Week, con el apellido de una potente marca de coches, lo es de la extinta Cibeles. Lo importante es que a estas alturas de no se sabe qué el sector de la moda se mueva, en todos los aspectos y en toda la geografía española.
«Hibiscos y peladillas» ha sido el apetecible nombre con el que se ha bautizado a una colección que es un reflejo de la esencia de Lebor Gabala: prendas cómodas, alegres y bien hechas, que eso es importante, pero sin perder ni un ápice de femineidad, que tal y como están las cosas es cuestión de agradecer. La inocencia y la dulzura de las peladillas, que evocan las celebraciones infantiles, se reflejan en los colores pastel: amarillos, rosas, celestes, verdes agua…
Las grandes hojas y la flor del hibisco, la flor nacional de Tahití, recorren bordadas algunas de las prendas de la colección: camisas, camisas que se convierten en camiseros largos, rematados en vaporosos volantes, y jerséis de punto rústico, una de las especialidades de esta firma, estilosos, confortables y diferentes. Doy fe de ello. Porque en Lebor Gabala la artesanía siempre está presente, lo que implica el cuidado de los detalles, tan olvidados últimamente.
No podía ser de otra manera. Labor Gabala es la traducción de Leabhar Ghabhála Erenn, un conjunto de manuscritos gaélicos del siglo XI, que cuentan la fundación de Irlanda a través de los tiempos, con una mezcla de historia, mitología, leyendas y folclore. Nombre que viene a ser la filosofía de vida de la firma de Maite Muñoz desde que volviera de Ibiza y se instalara por su cuenta y riesgo en Barcelona. Pero siguiendo con la colección de la próxima primavera-verano, me quedo con los estampados digitales sobre blanco, en punto de seda.
Pero también me pido esa línea inspirada en las olas, en el surf, pero con un aire de calmado cosmopolitismo, valga la contradicción, en unos colores que recuerdan el mar y el tiempo vivo de las vacaciones. Aunque es verdad que la colección es muy completa y está plagada de minifaldas, pantalones pesqueros, camisetas dibujadas con un trazo infantil, ponchos, túnicas, chaquetas, cárdigans, porque hay lugares en los que existe la primavera a efectos climatológicos.
No pasan del invierno al verano sin anestesia, como en Sevilla, y requieren de determinadas prendas para aliviar el fresco nocturno. Los jerséis siguen siendo la estrella de esta firma, son luminosos, pero con la luminosidad de Cataluña, nada que ver con el estallido de color andaluz, pero tienen un sello particular. Los de esta colección son abiertos en los laterales o asimétricos. Aunque la loneta de algodón también ha sido la invitada de honor en vestidos minimalistas. Porque menos es más. No podía ser de otra manera. Hablamos de Lebor Gabala.
3 comentarios
Yo necesito ese camisero vs camisón de la fotito dos como fondo de armario y de equipaje… No me lo quitaría, seguro! 😉
Clara ha descrito perfectamente la filosofía y la calidad de esta marca. La descubrí hace más de quince años y tengo muchas piezas de esta firma, sobre todo jerseys y rebecas, pero también pantalones que sientan fenomenal y son muy cómodos. Soy incapaz de deshacerme de una pieza de ella. Son atemporales y su calidad es extraordinaria y comodisima de llevar.
Coincido con Clara en todo, pero lo que también recalco es que son perfectas las de manga larga para esas noches de verano fresquitas.
Su calidad es exquisita.
Me ha gustado conocer esta firma. Que bien la describes. Da gusto leer todo.
Me encantaría crear mi propia firma prêt à porter donde las tallas grandes tuvieran protagonismo.
Nunca dejo de soñar y ahora parece que las curvas estan tomando protagonismo.
Un beso Clara.
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