Bolsos con mucho mundo

«Hay dos clases de personas: las que viajan y las que se quedan mirando la vida desde la ventana». Lo dejó escrito Kipling, aunque el autor de «El libro de la selva» desconociera que en algunos países como en España, y hasta hace bien poco, a las mujeres (decentes) ni siquiera les daban la posibilidad de ver la vida desde la ventana. Entre visillos ya era otro cantar. Y así nos lo contó nuestra Carmen Martín Gaite. Afortunadamente ahora se puede elegir y viajar sólo es cuestión de tiempo y de dinero. No de sexos. Me he acordado de todas estas disquisiciones viendo la colección de bolsos para el próximo otoño-invierno de Francesco Biasia. Son bolsos descomunales, gigantescos, con el continente que se le demanda a la marca y con el amplio contenido que demanda el público. El justo y necesario para ejercer con destreza el oficio de titiriteros de la vida al que nos hemos apuntado todos. Sales de casa a las ocho de la mañana y no vuelves hasta las diez  de la noche y vas de la Ceca a la Meca, sin mucha perspectiva de tomar asiento. La consecuencia es que el «kit» de supervivencia se expande como nos expandimos todos con la madurez. ¿A que me entiende?

Old bag

Somos viajeros (en genérico, doy por hecho que el hombre también es susceptible de llevar un holgado bolso) de la ciudad. Viajeros del mundo es una actitud. Una actitud que puede ir unida perfectamente a la aptitud para llevar el modelo que la firma 1A Classe Alviero Martini ha lanzado para conmemorar sus veinte años en el mercado. Es una edición limitada de 300 piezas de un bolso con aires de trotamundos, que recuerda al clásico maletín del médico de películas del Oeste. ¿Un maletín de doctor para un XX aniversario? No me extraña. Hay tanto que curar: La Gripe A, la economía, la violencia de la turbamulta que mata ladrones a golpes de fiereza y de anarquía justiciera…

Pero un bolso tiene más mundo. El enigmático mundo interior que los especialistas se empeñan en descifrar. Alison Lurie, profesora estadounidense,  novelista y estudiosa de la moda, dice que la expresión inglesa old bag (bolso viejo) con la que se califica a una mujer mayor, escasamente atractiva, puede que sea, subliminalmente, la responsable de la tendencia femenina a desechar bolsos en cuanto se deterioran mínimamente. «Su contenido -continúa Alison Lurie-, puede representar el contenido de la mente. Un cesto de paja con la parte superior abierta sugiere una personalidad extravertida y confiada (sin sensación de inseguridad ciudadana, añado yo); alguien que es emocional y sexualmente más accesible. Puede tener muchos departamentos, insinuando una mente organizada o una mujer que desempeña muchos papeles en la vida; o puede constar de un sólo departamento en el que va todo revuelto. El bolso puede ser extremadamente femenino -suave, floreado y de aspecto frágil- o puede parecer un maletín de hombre. La ejecutiva -sostiene, y no se cae, Lurie- que lleva al mismo tiempo un bolso y un maletín parece tener dos identidades  sexuales contradictorias; quizás por esta razón los asesores de vestuario desaconsejan enérgicamente esta práctica».

El bolso de Mercurio

Práctica en llevar bolso tenía Mercurio, el dios del Comercio romano, que siempre lo llevaba en ristre. ¿Su contenido? Un misterio, a mí que me registren ¿O acaso alguien sabe lo que contenía el famoso Kelly de Hermès que lucía la princesa Grace de Mónaco y al que dio nombre con su apellido de soltera? ¿Y el Lady Di o actual Lady Dior, del que precisamente se ha hecho un corto protagonizado por la actriz Marion Cotillard?  ¿Y los que diseña la granadina recriada en Córdoba, afincada en Madrid y asidua del AVE, Aurelia Medina y cuya primera colección compró Karl Lagerfeld? Mundo, ¿c0ntendrían mundo? Del sector mundanal, adjetivo al que se le han añadido pinceladas de frivolidad, se les supone, qué menos, como el valor a los soldados, ¿se acuerdan cuando había mili? Pero, ¿y del mundo que implica bagaje y experiencia? De eso habría mucha tela que cortar. Sólo hay que pensar que bolso viene del latín bursa y latín, hoy en día, literalmente, saben cuatro. Claro que, metafóricamente, latín saben demasiados.