Pierre Cardin, pasado, presente y futuro

 

 

 

He tenido noticias de Pierre Cardin a través de la entrevista que Charo Mora publica en Yo Dona. La percha, como decimos los periodistas, era su desfile en O8O Barcelona Fashion, pero este rey Midas de la moda, como un día hace muchos años lo bauticé en ABC, no necesita de excusas para salir en los papeles. Pierre Cardin, aunque mucha gente lo ignore, es un revolucionario. A la chita callando ha hecho por este sector mucho más que otros que tienen altavoces más potentes o visten de forma más excéntrica.

 

 

 

 

 

Es verdad que Pierre Cardin más que un diseñador de moda parece uno de esos jubilados «bon vivant» que nunca abdican de su traje y su corbata. Si se fijan bien lo podrán encontrar en alguna de las salas del Museo del Prado, absorto en un cuadro y a la vez ideando uno de sus nuevos inventos, porque este hombre, que tiene en su haber un chaparrón de premios e incluso la medalla de la Legión de Honor francesa, suele decir que «a fuerza de voluntad y trabajo he creado un imperio global donde puedo beber, comer, dormir y vestirme».

 

 

 

 

«Usted es un árbol y hasta el momento de su muerte tendrá flores y retoños sin fin». Esta frase, que bien podría haberla pronunciado una ecologista militante, salió de la boca de una pitonisa que el joven Cardin encontró en un café de Vichy.  Era 1944 y París, el destino de aquel joven veneciano aprendiz de sastre, festejaba su liberación. La II Guerra Mundial había abierto muchas heridas en Europa que, andando el tiempo y concretamente en Francia, la moda ayudaría a restañar con su laboriosa industria. En aquella amplia nómima de trabajadores de la aguja y el dedal estaba Pierre Cardin.

 

 

 

Fue evidente que la anónima adivina había dado en el clavo. Cardin llegó a la Ciudad de la Luz y encontró trabajo en la Casa de modas de Elsa Schiaparelli, la abuela de la actriz Marisa Berenson, y luego en la de Madame Paquin. Cocteau se fijó en él para que le hiciera el vestuario de la película «La bella y la bestia»; trabajó con Dior, de quien dice que le enseñó la elegancia, pero le hubiera gustado ser discípulo de Cristóbal Balenciaga.

 

 

 

«La moda -le ha dicho a Charo Mora- es la huella de la civilización. Podemos ver cómo el mundo entero se modifica a través de ella». El mundo no sé, pero Cardin fue un innovador en aquellos sesenta tan recordados e imitados. «La técnica de esa época- continúa- fue muy importante para desarrollar la tecnología que tenemos hoy. Sólo Courrèges y yo tuvimos el valor de hacer una moda que rompió la moda. Se podría decir que fuimos modernos».

 

 

 

 

Es cierto, cuando vemos sus colecciones de aquella época las podemos tildar de «futuristas», una línea que continúa a juzgar por la colección que mostró en la Ciudad Condal. Cardin sigue tan vivo como siempre, como cuando inventó el estilo unisex o aplicó materiales como el plástico o el metacrilato a sus diseños.  «Yo soy rico – dijo a ABC durante su estancia en Sevilla en la Expo 92- pero doy trabajo a mucha gente. Es el talento lo que me ha traído el dinero y no el dinero el que me ha dado talento». No está mal para estos tiempos de reforma laboral.