Protocolo. Pautas para la organización de entierros y funerales

«Ahora que nos encontramos en el mes de noviembre y recordamos a todos nuestros difuntos, vamos a dar unas pautas para la organización de entierros y funerales, así como unas normas de comportamiento de los mismos. La pérdida de un ser querido es uno de los acontecimientos más tristes y duros de nuestra vida. Tenemos que tener en cuenta que este hecho luctuoso conlleva la existencia de un acto social, ya que va a congregar a un grupo numeroso de personas. Cuando se produzca un fallecimiento, lo primero que tendrán que hacer los familiares es comunicarlo a los amigos y conocidos», dice María Fernanda Sainz de la Maza, experta en Protocolo y Relaciones Institucionales.

«Estos se deben de hacer a través de una llamada telefónica. Aunque hoy en día con las nuevas tecnologías a veces estas noticias se dan a través de mensajes a los teléfonos móviles ( sms, whatssapp, etc..) o correos electrónicos. Esto último se aconseja cuando la persona fallecida sea muy conocida por estar vinculada a una organización, asociación o simplemente esté trabajando en una empresa. Este será el medio para que el resto de los compañeros de trabajo se enteren. Con respecto a la hora de comunicar el deceso, se procurará que la noticia no se de por la noche (22 horas como muy tarde, aproximadamente) si no se es un familiar directo.

Habrá que tener mucho cuidado con la manera cómo se va a comunicar la noticia. La llamada será breve y se recomienda que la persona que reciba la llamada no pregunte mucho sobre los detalles de cómo se ha producido el fallecimiento. Lo más usual es que se comunique el fallecimiento a través de alguna esquela mortuoria de un periódico de la ciudad. En ella se pondrá el tratamiento (excelentísimo, ilustrísimo, don… ) seguido del nombre y apellido del finado, título nobiliario si lo tuviera o distinción si la tuviera, así como su cargo o profesión, a continuación el nombre de su mujer o marido si estuvieran casados o viudo/a. Sus padres si los tuviera, los hijos por orden cronológico y cónyuges por el mismo orden, incluso los fallecidos, hermanos, hermanos políticos, nietos, sobrinos, primos y personas muy allegadas que la familia quiera que aparezcan en la esquela.

No se debe de olvidar indicar el lugar el día y la hora donde se va a celebrar la misa funeral y el posterior entierro o incineración. También dónde tendrá lugar el velatorio. Si por deseo expreso de la familia, el entierro se quiere celebrar en la intimidad, habrá que hacerlo constar en la esquela, lo mismo que si no se admiten coronas de flores. No se debe de insistir con mandar flores si la familia no las acepta. Hoy en día los velatorios suelen ser en los tanatorios, pero también se suele celebrar en las casas. La visita a los familiares en el tanatorio o en la casa será breve no deben de durar más de diez o quince minutos a no ser  que sean familiares muy directos. El horario de visitas se hará cuando no se coincida con el almuerzo ni más tarde de las nueve de la noche, ya que los familiares necesitan descansar. Cuando vayamos a celebrar la misa funeral, la familia deberá de hablar con el sacerdote que vaya a celebrar la misma e indicarle que, al final de la misma, informe sobre cómo se darán las condolencias.

Lo más usual es que los familiares se coloquen en la parte central del altar para que los asistentes den el pésame siguiendo un orden en fila de izquierda a derecha. Por esto se recomienda que el pésame deba darse de una manera discreta, sencilla y breve. Se dará un abrazo y se dirá “lo siento», a lo que hay que responder con las gracias por la asistencia. Con esto se evitarán las grandes colas y aglomeraciones que se forman alrededor de los familiares.  No debe de pararse uno en la fila y sostener una conversación con otras personas, ya que se produce un murmullo en la iglesia que le resta al acto el carácter que realmente tiene.  No hay que permanecer en la iglesia una vez que se haya realizado el pésame. Las mismas pautas de comportamiento deben de observarse en la misa funeral que tiene lugar a los nueve días del fallecimiento.

Si también por expreso deseo de la familia o del finado ésta se celebra en la intimidad, habrá que hacerlo constar y respetar la decisión. Es muy importante que cuidemos también la indumentaria que llevamos a este tipo de ceremonias.  Los trajes serán discretos sin escotes y estampados exagerados y por supuesto nada de colores chillones y estridentes. Se recomiendan los colores oscuros: negro, gris, morado, azul marino, incluso el blanco combinado con negro. Tampoco se llevarán pantalones cortos, bermudas o minifaldas. Los señores llevarán trajes de chaqueta, y corbata negra o de tonos oscuros. Los familiares una vez que hayan transcurridos unos días, deberán de agradecer las muestras de condolencias con una tarjeta donde figuren los nombres de los miembros de la familia poniendo al final un agradecimiento personal manuscrito.  Cuando no se dispone de mucho tiempo, se puede poner una nota de agradecimiento en el periódico».