Prada y Paul Poiret

 

¿Qué tienen en común Patrizio Bertelli, consejero delegado de Prada, una de las firmas de más prestigio del momento, y Paul Poiret, el hombre que empezó a liberar a la mujer del corsé a principios del siglo XX? Leo en el portal de noticias sobre moda y economía http://www.modaes.es, buen portal, por cierto, que Patrizio Bertelli  ha hecho unas declaraciones muy curiosas en relación con el poder adquisitivo de los trabajadores, en una jornada organizada por Il Sole 24 Ore.

 

Para situarnos, Patrizio Bertelli es la mano derecha de su mujer, Miuccia Prada, heredera de la firma de marroquinería de su padre, que llevó a la cima de la moda italiana y global gracias, según sus palabras, a la ayuda de su marido. No siempre detrás de un hombre importante hay una mujer; a veces se cambian las tornas. Miuccia Prada tiene una peculiar personalidad. Licenciada en Ciencias Políticas,  actuaba como mimo en el teatro Piccolo de Milán y a punto estuvo de dejarlo todo para ingresar en el mundo de la farándula. En los años setenta, formó parte de la Unión de Mujeres del Partido Comunista Italiano, a la par que iba vestida de Yves Saint Laurent y usaba complementos de Louis Vuitton. En la actualidad, es la voz cantante de una marca muy valorada en el sector.

 

El caso es que  Patrizio Bertelli ha pedido al Gobierno italiano reducir los impuestos sobre el empleo para aumentar el poder adquisitivo de los trabajadores. «Los costes del trabajo son altos, sin embargo, al mismo tiempo, los salarios, demasiado bajos. No podemos aumentar salarios pero somos conscientes de que los trabajadores no tienen suficiente poder de compra». «Contratar jóvenes -ha afirmado el primer ejecutivo de Prada-, quiere decir contratar personas que no saben trabajar y tienen que aprender el oficio. Digamos que las empresas italianas no tienen suficiente trabajo para poderse permitir el acceso de los jóvenes”.

 

En relación a su empresa, Bertelli explicó -continúa informando www.modaes.es- que la compañía ha reducido el número de días de vacaciones y que, de acuerdo con los sindicatos, se trabaja a menudo los sábados y domingos. El objetivo, poder proveer a las 462 tiendas de la compañía a ritmos cercanos a los del «fast fashion». Bertelli, que forma con Miuccia Prada un matrimonio bastante alejado de los focos, colecciona arte contemporáneo, le gusta cocinar para los íntimos, rara vez sale de noche y dice no conocer a Berlusconi, es un apasionado del cine y la literatura. Paul Poiret, sin embargo, era un aficionado a las fiestas y un modista bastante extravagante.

 

 

Pero Paul Poiret también se interesó por el poder adquisitivo de sus empleados, aunque, en su caso, de una forma más directa; es decir, sin implicar al Gobierno, sino a su propio bolsillo. Estamos en la Francia de comienzos del siglo XX, cuando se erige en empresario pionero, al formalizar la obligación de que quienes trabajaran en su casa de alta costura cobrarían buenos sueldos, ya que si no vivían con cierta holgura económica les sería imposible entender el mundo del refinamiento y el lujo. Esa era la filosofía  laboral del modista.

 

 

No creo que todos los trabajadores de Prada puedan adquirir, por ejemplo, uno de esos deseados bolsos por los que babean tantas mujeres. Bolsos que marcan estilo y reafirman la distinción y el buen gusto de su propietaria, además de su poder adquisitivo o el amor que le profesa el hombre que se lo regala. No tengo ningún bolso de Prada, por ahora, pero tengo una afortunada amiga que acaba de recibirlo de su enamorado. Un bolso con solera tiene que venir de manos expertas. La política de contratación de esta firma italiana conjuga la veteranía con la juventud. Prada suele contratar a personas que otras empresas jubilan. O sea, que en el sector de la moda hay quien todavía valora la experiencia.