Manolo Giraldo tiene las ideas muy claras. No titubea al responder, es franco y sabe lo que quiere, aunque algunos lo consideren un verso suelto. Un verso suelto que hace maravillosas poesías con sus diseños. Hoy traemos a telademoda algunos de sus alabados trajes de novia, lucidos por su hermana María Eugenia.
«El secreto de un traje de novia está en la comodidad, en la que nadie piensa nunca. En la comodidad y en que represente a la mujer que lo lleva puesto. Claro que el «feeling» entre novia y diseñador es fundamental. Eso de haz lo que tú quieras no funciona conmigo. Ella tiene que hablar y yo tengo que reflejar su personalidad en el traje».
Manolo Giraldo dice que sí, que hay tendencias en los trajes de novia. «Ahora se llevan las mangas abullonadas , pero yo no sigue las tendencias. Lo clásico va a ser siempre lo moderno. La juventud está para cometer errores y la madurez para aprender de ellos. La foto de una novia tiene que perdurar en el tiempo, por eso pregunto, ¿te ves dentro de veinte años con ese traje?
«El entorno de una boda – continúa Manolo Giraldo- influye mucho. Si vas a hacer una fiesta, hazte otro vestido para disfrutar y el de novia para la ceremonia y la copa de bienvenida. De no ser así, los trajes acaban para el arrastre, porque las fiestas son cada día más locas. Hay que ser coherentes, aunque lo peor de todo es la pretensión».
Dice que su estilo es difícil de definir. «Bebo mucho en lo clásico, pero veo que es moderno. No me considero barroco en absoluto. Soy un artesano y aunque la palabra esté en desuso, un modista. Mi clienta es la anónima, la no pretenciosa, la que no sigue ni tendencias ni redes sociales ni está en Instagram. Está educada en la costura, le viene de familia, y además su ceremonia es privada».
A la pregunta de por qué hay tantos hombres diseñadores de trajes de novia, contesta como una bala: «La culpa la tiene la mujer; no se fía de otra mujer, aunque hay muy buenas diseñadoras con un estilo impresionante, como Carolina Herrera». También es rápido al contestar si para triunfar hay que irse a Madrid.
«No, ni a París ni a ningún otro lado. Para triunfar tienes que triunfar tú mismo, no a los ojos de los demás. En mi taller de la calle Rivero recibo a clientas de Nepal o de Dubai. No aprendemos de la historia. Mucha clientela de Balenciaga se fue con Dior cuando apareció en el panorama de la moda. Luego regresó, pero el modista vasco ya no se fió».
Le hablo del legado de su maestro, el sastre Fernando Rodríguez Ávila, fallecido en febrero de este año. «Lo recuerdo todos los días. Cada vez que pongo una manga, un cuello, cuando plancho… Conmigo ejerció muy bien su maestría. Sé sastrería aunque no hago ropa de hombre, pero cambió mi forma de mirar una prenda».
«Tienes que empezar a cortar el traje en el momento en que entra el cliente en la tienda. Todo me lo explicó con amor, con generosidad. No se guardó nada. ¡Qué importante es un maestro! Sus enseñanzas no se aprenden en la Universidad». Sobre el intrusismo en la profesión también es directo. «Stella McCartney fue una intrusa y tuvo que demostrar su valía. Si eres famoso, es más fácil con dinero, pero si no tienes talento, no llegas».
A Manolo Giraldo no le gusta el color para las novias. «Mi blanco es «rotísimo», casi crema, pero nunca me inclino por el color. El vestido tiene que ir acorde con la personalidad de cada uno. Lo principal de un traje es la cara, la felicidad que transmite la mujer, porque va segura de sí misma y se olvida de lo que lleva puesto, ya sea novia, madrina o invitada».