A Guillermina Baeza la conocí en los ochenta, cuando sus colecciones de ropa de baño irrumpieron en las pasarelas dejándonos su buen hacer. Nacida en Marruecos, en la época del Protectorado español, sí, en la que se inspira el libro «El tiempo entre costuras«, ha sabido mantener la calidad de sus prendas de baño. Ahora, en un mano a mano con su hija Belén Larruy, nos presenta la colección de esta temporada.
Inspirada en Sudamérica, en su vegetación, sus colores, sus playas, su luz, la gama de tonalidades se centra en los tierra, desde los matices arena hasta los ocres y los rojizos, que evocan la luz del sol cuando se pone en el horizonte. No obstante, cuenta Guillermina Baeza, también han trabajado los azules y los verdes de la selva y de la naturaleza. Una colección inspirada en el viaje que realizaron a México y a la República Dominicana.
Los bañadores de Guillermina Baeza, (www.guillerminabaeza.es) que conozco y disfruto, siempre se han distinguido por estar realizados con unos tejidos especiales, que los hacen imperecederos. En esta ocasión, han trabajado unas calidades que les imprimen un aspecto de ante a los rojos, los arenas y los ocres. «Se trata de una lycra que apetece tocar porque da la sensación de aterciopelada. Es un tejido estructurado», comenta Guillermina Baeza.
Belén Larruy dice que las tendencias de moda siempre han sido clave para inspirarse en el baño. «Ahora, cuando veo a las nuevas generaciones, a las que doy clase, mirando las redes sociales en busca de inspiración, me parece muy triste. Hay que estar al tanto de lo que se mueve en las redes, pero la inspiración tiene que venir de un maestro de la moda. Nosotros siempre nos hemos fijado en los grandes referentes de la costura o del prêt-à-porter».
A la hora de inspirarse para una nueva colección, Belén Larruy dice que no hay un camino unívoco y eso es lo bonito en la moda. «Enfrentarse a un papel en blanco eso es un reto y esto lo he aprendido de Guillermina, mi madre. Ella siempre dice «lo mejor de la moda es que cada año hay que hacer algo diferente. Lo bueno, precisamente, es que hay que empezar de nuevo, aunque trabajemos con unas bases”.
No era de extrañar que con su trayectoria, Guillermina Baeza opinara que la «fast fashion» es una especie de pecado enorme. «Las prendas que fabricamos llevan mucho trabajo y hay mucha gente colaborando en el proceso. Esto hay que valorarlo. Es maravilloso lo que yo he vivido y sigo viviendo, de comprarte una prenda con calidad y que te dure años. Y, aunque cada año te compres alguna nueva, me parece genial que puedas seguir disfrutando de la que te compraste hace tiempo”.