ANTONIO GARCÍA: SÍ, QUIERO

por Clara Guzmán

Foto: ©@charlycalderon

Los años, a pesar del pujante edadismo (discriminación a los mayores) tienen sus prerrogativas. Una de ellas haber seguido muy de cerca la ya larga trayectoria de Antonio García. Empezó solo ante el peligro en un sector, la moda, siempre fluctuante y pocas veces tomado en serio por el público en general. Con el tiempo se unió a la empresa su hermano Fernando. Los dos forman un dúo de excepción, con un envidiable bagaje. Fernando aporta su experiencia como diseñador de vestuario de cine. Cuenta en su haber con dos goyas por sus excelentes trabajos en las películas «La isla Mínima» y «Modelo 77», ambas del director sevillano Alberto Rodríguez. Este año celebran el XXV aniversario de su fructífera unión y hoy traemos a telademoda su deliciosa colección de novias con la que decimos: «Antonio García: Sí, quiero».

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Muchas veces pienso sobre qué y sobre quiénes escribirán de moda las generaciones que continúen en este oficio de escribidor. En mis elucubraciones siempre aparecen estos dos hermanos de la localidad sevillana de La Algaba, orgullosos de sus orígenes y tan sencillos como señeros en el sector. La firma Antonio García, en la que caminan a la par, tiene ya su sello. Se sabe cuándo se va vestida por los niños García y qué novia ha elegido pasar por el taller de costura de San Pedro Mártir, 2, en pleno centro de Sevilla. Se sabe que sus tejidos son excepcionales. Ahí está Antonio para espigar lo mejor de cada casa. Fiel seguidor del maestro Balenciaga, reconoce la importancia de esta piedra angular de la costura. El tejido marca el estilo de una firma, le da esa impronta imprescindible para avanzar y conquistar por méritos propios el podio. Si le preguntas a estos hermanos dónde radica el secreto de su éxito te contestan al unísono: en el trabajo, en la constancia, en el rigor.

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Pero, ¿cómo es el estilo de estos hermanos para que hayan perdurado en el tiempo, con los consabidos altibajos inherentes a cualquier empresa? No hay misterios, sencillamente es el resultado del trabajo bien hecho. Ambos se impregnaron desde niños del oficio de su madre, una modista seria y responsable que les inculcó el amor por una profesión a la que con los años se dedicarían en cuerpo y alma. Antonio dice de Fer que sabe conjugar como nadie colores que a primera vista parecen incompatibles. Y Fer apunta de Antonio que es un obsesivo de los tejidos, que los estudia, que los analiza. Ambos, cada uno desde su posición, son los autores de unas piezas de artesanía, de costura a medida, el verdadero lujo del siglo XXI. De esas que se eternizan en el armario y siguen ternes un año tras otro.

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Y luego está la novia. La novia que quiere ir impecable, impoluta en su gran día. Con un vestido limpio de líneas, que salte a la vista la perfección de sus hechuras. Donde no haya recovecos para esconder la falta de pericia. Con un tejido que le hable a la hora de dar forma al traje de sus sueños. Un tejido acompasado con el diseño, que le imprima seguridad y aplomo. La absoluta convicción de que lleva un modelo único hecho a su medida. Lo mismo que quien elige a Antonio García para un acontecimiento o simplemente para vestirse y distinguirse día a día. He visto triunfar a estos hermanos durante estos veinticinco años de andadura y los he visto ser los mismos de siempre. Aquel Antonio al que un día entrevisté para ABC con una neófita Eva González luciendo sus diseños. El reportaje fue un verdadero éxito. El tiempo, que quita y da razones, ha demostrado que tanto una como otro, desde hace veinticinco años unido a su hermano Fernando, habían elegido su verdadero camino. ¡Y qué alegría da ver triunfar a los andaluces!

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