Seguimos con el hombre y su guardarropa. Es este caso con el calzado. Los zapatos siempre han sido un signo de distinción en los dos sexos. Pero, al principio de los tiempos, sobre todo en el varón. Y como tal tenía en los refranes esa mezcla de estadística y de sociología. Ponerse las botas significaba enriquecerse o lograr gran utilidad o provecho en alguna empresa. Las botas eran el signo distintivo del caballero, versus el zapato, considerado propio de la plebe, fundamentalmente en su versión alpargata. Hoy traigo a telademoda la colección para este otoño de MOU, que incluye zapatillas, botines y botas. Unos diseños cómodos y distinguidos, pero muy alejados de aquellos tacones rojos con hebillas de piedras preciosas que puso Luis XIV, el denominado Rey Sol, de moda en la Francia del siglo XVII. Como verán, no hay color entre una tendencia y otra.
MOU es una marca de calzado de culto londinense que echó a andar en el año 2002 en Portobello Street del elitista barrio de Notting Hill. Se caracteriza por un estilo ecléctico y la sensación de volver a la naturaleza, que es un aspecto muy demandado, fundamentalmente por el profesional liberal de ciudad. Le acompaña desde su nacimiento su inconfundible pespunte o «stitching», que le aporta un toque artesanal y distintivo. La paleta de color, que es primordial a la hora de escoger el modelo, es de un clásico otoñal. A saber: el marrón, el gris y el negro. Colores que, junto con el burdeos, se enseñorearán de la calle, el verdadero escaparate de la moda, cuando empiecen a bajar las temperaturas. Hay quien ya lo está deseando para estrenar sus adquisiciones. Es que somos como niños.
Todos los diseños de la colección de otoño de MOU incluyen un forro de borrego, que además de calidez aporta bastante confort para los días de gélido frío. La versatilidad, que es un adjetivo mantra desde que regresamos a las calles tras el encierro pandémico, está garantizada. Pasamos de lo ponible a lo versátil en un pestañeo, que al fin y al cabo es ser práctico y dejarnos de estilo remordimiento. Es decir, remordimiento de haber adquirido un modelo que no hay por dónde ponérselo. Pero seguimos con MOU que alienta a sus clientes varones a calzarse cualquiera de sus propuestas tanto para ir a trabajar como de disfruteo. Para los amantes de la artesanía, que cada vez somos más, hay que escribir que esta firma conjuga la artesanía tradicional con la innovación con una soltura resultado de su oficio. Un zapato MOU es una verdadera inversión. Para toda la vida.