Para el invierno, astracán

Siempre he dicho que lo importante en estos tiempos es tener un buen vestidor o cuatro armarios empotrados para guardar esas piezas, vestidos y accesorios especiales porque todo vuelve. Evidentemente, no se puede guardar todo porque entonces tendríamos el síndrome de Diógenes y saldríamos en los papeles. Además, ahora, con esa especie de bula decretada por la crisis, lo que hace unos años era antiguo hoy es vintage. Las palabras tienen la magia de cambiarnos la vida para bien o para salir corriendo. Ahora le toca el turno al astracán. En él se ha fijado la firma Castañer, una de esas firmas que empezaron dándole un sitio de honor a la humilde alpargata o espardeña y ahora anda por las alturas. Y para alcanzar la cima nada como unas sandalias combinadas con charol y un bolso estilo años cincuenta, otra década en alza.

Es verdad que los principios y finales de siglo son eclécticos, que es una manera muy fina de decir que hay un batiburrillo de tendencias similar a un tsunami. No obstante, la crisis mundial ha prolongado ese echar la vista atrás a décadas que fueron señeras. A ver en qué se inspiran los creadores del siglo XXII, porque a este paso no van a tener referencias. El caso es que ahora con el frío polar, que aquí en Sevilla nos está dejando hechos unas estalactitas, aparece el astracán. Sí, ese que llevaron nuestras madres y abuelas y que es piel de cordero criado en Boukhara, región del Turquestán occidental, que ya se sabe que allí hace un frío que pela, aunque es una especie que también se encuentra en Afganistán y Crimea. El astracán suele ser negro, aunque hay otras variedades. Sin embargo, el negro es el que todos tenemos en la mente cuando hablamos de esta piel. Ahora resurge cuando el invierno está al llegar. Y aunque la sandalia deje al aire los pies, ¿quién no ha sufrido por ir en un punto? Pues eso.