Reflexiones. La moda desbocada

¿Por qué la moda tiene que ir a la velocidad del rayo, como si le hiciera la competencia a las nuevas tecnologías? ¿Que tal firma lanza una colección crucero y la otra una colección cápsula como quien descorcha una botella de champán del bueno, nada de sucedáneos? Pues yo también, aunque perturbe y arruine mi estatus y mi trayectoria  ¿Por qué se hace tanto seguidismo en el mundo de la moda? ¿Y si la disfrutáramos como se paladea un exquisito manjar, por ejemplo, un marrón glasé, si andamos por esta época? Las modas son efímeras y la moda es eterna, es una frase de Cecil Beaton, polifacético artista del siglo pasado, para quien la belleza era la palabra más completa del diccionario; la belleza que se forja y que, por tanto, requiere tiempo. Un señor que compaginó con destreza y elegancia la fotografía, el diseño e incluso el vestuario de películas señeras. Su certera frase entronca con esa otra que es una especie de declaración de principios, que hizo no hace mucho Tom Ford, sí, un diseñador contemporáneo, que inaugura esta nueva sección de reflexiones. “No creo que la moda tenga que cambiar cada cinco minutos. Me gustaría que mis prendas se pudieran usar durante mucho tiempo -diez, veinte años-, que pudieran pasar de madres a hijas ¿Por qué comprar vintage cuando puedes abrir tu propio armario?» Pues eso, reflexionemos sobre estas palabras que no conforman una frase hecha, sino una frase derecha al epicentro de la verdad.