LA MODA JUSTA

por Clara Guzmán

Foto: ©@telademoda

A veces pienso que un libro nos gusta por el mismo motivo que nos gustaba un periódico tiempo atrás. Es decir, cuando los periódicos eran los reyes del mambo y comprar uno determinado era decirle al mundo que comulgabas con sus ideas. O sea, con su línea editorial. Me había leído «Agua y jabón» de la periodista Marta D. Riezu y me vi reflejada en lo que contaba, además de contarlo de una forma original. Distinta a lo habitual. «La moda justa» es un ensayo que data de 2021, pero a mí me gusta que los libros maceren en su jugo literario antes de emprender la aventura de leerlos. Y «La moda justa» no me ha defraudado. Lo considero tan sensato como su anterior. Tiene un subtítulo muy sugerente, «una invitación a vestir con ética». Muy sugerente en unos momentos en que hay quienes quieren acallar la voz de su mala conciencia por comprar compulsivamente, la mayoría de las veces para que esa compra se desvanezca en la inmensidad de los armarios. En su obra, Marta D. Riezu nos despoja de varias vendas. Una de ellas la de tantas y tantas marcas que se definen como sostenibles. Un término muy en boga que oculta una realidad que no se sostiene. Y lo hace con argumentos, cifras y un análisis muy cuerdo de por dónde van los tiros en el sector de la moda. Un ensayo, editado por Anagrama, para tener en cuenta.

Foto: ©@leila_mendez

“La industria textil es un modelo basado en la explotación de la pobreza”. Es una verdad que se puede discutir, pero que se asienta en datos indiscutibles. Defensora a ultranza de la calidad frente a la injustificable, por razones de toda índole, incluida la ética, cantidad, dice que “nuestros abuelos llevaban razón: mejor tener poco y bueno”. Y luego para reafirmarse asegura que sólo usamos el 20% de nuestro armario. «Es mejor seleccionar que acumular», afirma tras diseccionar el sector, su paso de la costura al prêt-á-porter, luego a la «fast fashion» para seguir pisando el acelerador y plantarnos en algunos casos en mil nuevos modelos diarios, como reconoce la CEO de Shein Molly Miao. Compras «online» con unas ventajas para el cliente que arruinan al comercio de toda la vida, que lucha denodadamente por subsistir. Marta D. Riezu toca también el «engañabobos» de las etiquetas. No siempre dicen la verdad de la composición de la prenda. «La única prenda realmente ecológica es la que no se fabrica», recalca. La artesanía sería nuestro salvavidas. Y aquí me rindo ante su argumento: «Es singularidad y humanismo. Sublima los materiales más bellos de la tierra y crea vínculos duraderos». Pero también con este otro: «Un armario depurado facilita ir hecho un pincel; los desmanes empiezan cuando se tienen muchas opciones». Yo creo que da en la diana, ¿y tú?

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