Espero que Jasper Conran (www.jasperconran.com) no pase a la historia de la moda sólo por haber vestido alguna vez a la Princesa Diana de Gales, de la que ha dicho que tenía presencia, que era especial. Lo dijo ayer en Sevilla en la inauguración, en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus), en Madre de Dios, 1, de su exposición «Jasper Conran, más allá de la moda. El arte de ser creativo».
Jasper Conran ha marcado un hito en la moda por su manera de interpretarla y de asociarla a la pintura. Es cierto que una parte considerable de los diseñadores de la segunda mitad del siglo XX vieron en el arte una disciplina muy vinculada a la moda. Conran, que nunca había venido a Sevilla -ahí hay que darle un tirón de orejas-, se ha quedado prendado de la ciudad y sobre todo de la Casa de Pilatos. Cualquier cosa.
Jasper Conran es un diseñador británico, nacido en 1959, que desde el primer momento consideró a la moda una disciplina que engloba otras tantas. No sólo la economía, pilar fundamental, sino el arte, la historia, la cultura y la sociología. Se considera feminista, valora la fuerza de la mujer y como dato curioso dotó a su ropa de bolsillos, incluso a los trajes de novia. La independencia siempre empieza por los pequeños detalles…
Durante la presentación de la muestra, explicó su proceso creativo, donde habló de su vínculo con la pintura y valoró insistentemente el trabajo de su equipo. No sin mi equipo, vino a decir, cuando a veces se tiene la idea de que el creador está solo en el Olimpo de los dioses. Además, contó al respetable que la naturaleza le inspira y que el campo le transmite paz y tranquilidad.
Hijo de una pareja moderna y con posibles, Terence y Shirley Conran, Jasper se formó en Nueva York y en Londres y lanzó su primera colección a los 19 años. Con el tiempo fue sentando las bases de su marca: «líneas puras, un grado de detalle inmaculado, la ropa bien resuelta y mucho azul marino», como escribe el polifacético artista Patrick Kinmonth en el catálogo editado por Cicus.
Efectivamente, el azul marino, color burgués por excelencia, suele predominar en sus creaciones. Ayer, en la presentación de la muestra y de la mano del gestor cultural Christian Ravina, no reveló como será su colección de esta primavera-verano, inspirada en la técnica del pintor francés Édouard Vuillard. Pero sí puso de manifiesto el rigor artesanal con el que desarrolla una prenda. Los bocetos, los patrones, las telas, los diseños y las fotos que se podrán ver hasta el 31 de marzo, da fe de su oficio.