Tiene su taller en La Cuesta del Rosario, 12. Y el tiempo se detiene cuando entras en su coqueto «sancta sanctórum». En los anaqueles, maravillosas telas que hablan el lenguaje de la armonía, la distinción, la belleza. Manuel Obando, de Utrera, modista con una larga y fecunda trayectoria, sigue usando, como los grandes, bata blanca.
«Para las pruebas, para cortar… Tiene bolsillos, es práctica, pero ante las clientas me siento limpio y como si estuvieran en un laboratorio de ideas y yo les estuviera dando un servicio. Es realmente como un ritual». Dice Manuel Obando (@m.obando) que la moda es una demostración de estatus, de modernidad, de triunfo.
«Aunque es cierto -aclara con su reflexiva voz- que hay personas que se sacrifican y se hacen un buen abrigo, un buen traje. Con la mentalidad del usar y tirar es muy complicado volver al estado puro de las cosas, aunque se está intentando. La calidad tiene que primar sobre la cantidad y a lo mejor aprendemos a usar ropa buena y tener una correcta educación al vestirnos».
Manuel Obando (www.obando.es) dice que el ansia consumista de las grandes empresas acaba dando gato por liebre al cliente. «La esperanza que tenemos los modistas es que vuelva la apreciación por las cosas buenas. Yo no hago colecciones; hago ropa a medida. ¿Moda lenta se llama? ¡Qué bonito nombre! Trajes de novia, de madrina, de cóctel, ropa de calle…»
«Hay señoras que han vuelto a hacerse un camisero, un traje de chaqueta, un abrigo. Ropa duradera, que les queda bien y con la que se sienten seguras. Y a mi me encanta hacer prendas básicas, chaquetas, abrigos, esa ropa que tiene muchos usos». Entonces cambiamos de tercio y le pregunto si cree que hay una prensa especializada en moda. Su respuesta es tajante: «No».
«Todo ha cambiado mucho. Con la globalización y las redes sociales cualquiera puede triunfar en cualquier lugar del mundo. Ahora lo ves todo casi en directo. La magia de la moda, la sorpresa de esperar a la siguiente temporada, se ha esfumado. Estamos a expensas de las redes sociales. Antes eran los artistas los que proponían las tendencias, el estilo».
«Ahora los grandes creativos del momento absorben de la calle, de la música, del cine, de lo que se cuece en el mundo de la noche y lo plasman en la pasarela. Las «influencers» tienen poder y junto a los «instagramers» marcan pautas. ¿Por qué? Porque hay mucha gente que no tiene criterio y necesita un flautista, alguien a quien seguir».
Manuel Obando sigue vistiendo a su clientela de Madrid, de donde volvió hace doce años. «Vienen aquí, a mi taller, al igual que muchas clientas de Córdoba o de Extremadura. En Sevilla todavía hay una cierta cultura de hacerse ropa a medida. Es cierto que limitada a bodas y grandes acontecimientos, pero la realidad es que somos muchos los que estamos trabajando en el gremio».