El Museo Victoria & Albert de Londres, ese al que vamos casi todos los españoles cuando aterrizamos en la ciudad del Támesis, está últimamente en el candelabro, que diría la modelo. Primero porque se negó en redondo a exponer los vestidos, accesorios y avíos varios de Margaret Thatcher al considerarlos faltos de trapío, y en la actualidad por la muestra que sobre ropa interior se exhibe en sus dependencias.
Los asuntos interiores de nuestros antepasados desde el siglo XVIII hasta nuestros días se analizan en una exposición titulada «Desnudarse: una breve historia de la ropa interior». Unas prendas ocultas durante mucho tiempo hasta que llegó, por ejemplo, Madonna y mandó parar tanta pazguatería y le dio la vuelta a la tortilla; o sea, que los asuntos interiores se hicieron demasiado exteriores. ¿O no se acuerdan?
La muestra, que permanecerá abierta hasta el 12 de marzo del año que viene, reúne prácticamente un total de doscientas prendas interiores que han pertenecido, entre otros, a la reina Victoria, Kate Moss, Gwyneth Paltrow o David Beckham. O sea que en la exposición nos podemos encontrar conviviendo en armonía, corsés, miriñaques, sostenes, calzoncillos, tangas, ligas, saltos de cama o «deshabillés».
Pero también hay anuncios publicitarios y fotografías, porque el objetivo de la la exposición, según sus instigadores, es estudiar la relación entre las prendas íntimas y las costumbres, moralidad, sexualidad, innovación, cambios tecnológicos, tejidos, modas y las distintas formas corporales en las diversas épocas. El recorrido histórico empieza en el año 1750 y llega hasta nuestros días, así que hay mucha tela que cortar.
La exposición ha sido patrocinada por la firma de lencería Agent Provocateur y por la de cosmética Revlon. En la muestra me gustan mucho los contrastes, como, por ejemplo, las bombachas de muselina que usaba la madre de la reina Victoria a principios del siglo XIX y las bragas y sujetadores que formaban parte del vestuario de las trabajadoras británicas de las fábricas textiles. Pudor y cursilería frente a funcionalidad.
Entre las prendas actuales exhibidas hay algunas de lencería de la firma italiana La Perla, de Stella McCartney o de Paul Smith, así como unas polainas en color carne diseñadas en 1989 por Vivienne Westwood. El Museo Victoria & Albert va a adquirir para sus fondos sesenta piezas contemporáneas de la muestra, después de llegar a un acuerdo con modistas y diseñadores. Pero eso también son asuntos interiores.