Iba a pasar de puntillas por esta exposición, pero mi público (estoy como las genuinas folclóricas) me lo ha pedido y servidora se debe a su público. Gracias al maravilloso invento del «low cost»; o sea, el baratillo de los billetes de avión, una puede plantarse en Londres sin rascarse demasiado el bolsillo y sin necesidad de que nadie la «rescate». Allí, en el Victoria& Albert Museum, una puede babear, hasta el 31 de enero de 2016, con la exposición «Shoes: Pleasure and Pain», que traducido quiere decir,» Zapatos, placer y dolor».
Como todo el mundo sabe, a las mujeres se nos atribuye el papel de mártires por la causa de ir calzadas a la moda, de sufrir estrechura por hermosura, pero haciéndolo extensivo a todo nuestro cuerpo serrano. Es decir, de la cabeza a los pies. Pero, y aunque una se quede estupefacta ante los modelos que nuestras antepasadas utilizaban con riesgo de su integridad física, hay que evitar en la medida de lo posible que nuestra base acabe hecha ciscos, porque, y lo dice la voz de la experiencia, nuestra altura; es decir, la cabeza, puede verse seriamente perjudicada.
La exposición es un derroche de estilos, de materiales, de hormas, de zapatos que usaron desde la reina Victoria de Inglaterra hasta Lady Gaga o las zapatillas de ballet que la actriz Moira Shearer se puso en la película «The Red Shoes» («Las zapatillas rojas»), de 1948 y que son para chillarles. En la muestra conviven perfectamente diseños contemporáneos, con históricos, algunos con más de 2.000 años de antigüedad, pero que parecen primos hermanos de esos que vemos por la calle, que más que zapatos parecen plataformas petrolíferas, en permanente discusión con las olas.
La muestra, comisariada por Helen Persson, está muy bien organizada. A saber: La primera planta de las dos que conforman la exposición, está dividida en tres secciones: «Transformación», «Estatus» y «Seducción». Los zapatos que tienen relación con los mitos y leyendas, están agrupados en «Transformación», mientras que los dirigidos a clases privilegiadas, apuntadas al aperitivo diario, que en mi imaginario es el súmmum del «dolce far niente», se agrupan en «Estatus», y en «Seducción» los relacionados con el poder sexual y el fetichismo.
En la segunda planta nos espera la parte didáctica; o sea, el proceso de elaboración del calzado, desde el principio; es decir, su diseño, hasta el resultado final. En total son más de doscientos cincuenta pares tanto de hombre como de mujer (aunque los femeninos se llevan la palma en número, originalidad y riesgo) los que nos esperan en este museo, que sabe sacarle provecho a sus exposiciones, prolongándolas en el tiempo, porque son conscientes de su éxito en todo el mundo. Les puedo asegurar que los visitantes formarían una entusiasta Torre de Babel.
En este recorrido por la historia del zapato, complemento clave para saber de qué pie cojea, en todos los sentidos, su portador, no podían faltar los grandes del sector: Allí están representados el canario Manolo Blahnik, Christian Louboutin, Jimmy Choo o Prada; además de algunos pares de famosas como Marilyn Monroe, Sarah Jessica Parker o Daphne Guinness, cedidos para la ocasión. Una exposición muy placentera, siempre y cuando al visitante no le duelan los pies.
3 comentarios
Me ha gustado mucho tu articulo. Yo que realizo zapatos vegetales o sea que se integran en la naturaleza y forman parte de ella; este tipo de información me resulta muy interesante, ya que no todo el mundo se ve el zapato como una forma más de crear arte…..mi línea Once upon a shoes…cuenta eso mismo, historias en un zapato…es mi nuevo proyecto y como si de tu criatura se tratase lo cuidaré como tal.
Gracias por tu articulo.
Me encantaria visitar la exposición. En cuestión de calzado , para mi lo primero es la comodidad. Tengo un pie tipo tanque destroyer que no aguanta estrechuras y alturas.
Un beso Clara.
Buenos días, Rosa.
Muchas gracias por leer mi entrada. La exposición está muy bien organizada y pasas un rato, grande, disfrutando no sólo de la estética, sino de los distintos modelos de zapatos. Estoy como tú, cada vez quiero calzado más cómodo.
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