«Camina como si tuvieras a tres hombres caminando detrás de ti». Lo ha dicho Oscar de la Renta, un diseñador dominicano veterano en las lides de crear con buena factura. Lo ha dicho y a servidora le ha hecho gracia y ha traído la frase a telademoda. Andar con elegancia, aplomo y sobre todo seguridad, no es fácil. Es uno de los caballos de batalla de las agencias de modelos. No todo el mundo es armónico andando y mucho menos cuando se sube en unos tacones. Admiro a toda aquella mujer que calza unos zapatos de vértigo y ni se inmuta cuando anda por las calles de Toledo o por la Plaza Nueva de Sevilla, un poner. Haberlas haylas. No sé si la sentencia de Oscar de la Renta servirá como acicate para caminar con donaire, pero esta frase me recuerda los debates que se originaban cuando algunas modelos subían a la pasarela y no andaban, echaban un pie y luego otro levantando a veces con brusquedad la rodilla como si participaran en una carrera de invisibles obstáculos.
Eran los años noventa del siglo pasado y en las pasarelas se movían como pez en el agua Naomi Campbell, Remedios Cervantes o Mercedes Muñoz. Se movían, y mueven, como si se deslizaran y sentaran cátedra de que así es como se tiene que caminar por la vida. Como servidora es periodista y de las clásicas, o sea, de las que valoran a los maestros del oficio, me van a permitir que reproduzca la tesis al respecto de los andares de César González- Ruano. «Andan estas gentes del norte mal para el cuerpo que tienen, al contrario que las nuestras del sur, que andan muy bien, dándole gracia al cuerpo, que con frecuencia es malo». Los tiempos han cambiado, la raza ha evolucionado y desde que fue escrito este pensamiento, en el siglo pasado, hasta nuestros días, los españoles han mejorado sustancialmente en su estructura física. No obstante, caminar por la pasarela continúa siendo una asignatura pendiente. ¿Habrá que seguir el consejo de Oscar de la Renta?