A Leandro Cano lo entrevisté para ABC de Sevilla hace cuatro años. Era un chico normal, en el buen sentido de la palabra normal. De pueblo y a mucha honra, de Ventas del Carrizal (Jaén). Por entonces ya había desfilado en la Pasarela Ego de la extinta Cibeles y me pareció, sin ser yo Marc Jacobs, que tenía madera, que iba a dar mucho que hablar. No me equivoqué y no me defraudó. Acaba de triunfar en Madrid con su colección «Amarás la noche».
Después de aquel primer encuentro, volvimos a coincidir casi a diario en el centro de Sevilla. Él, en un local cedido por unos amigos, y yo enfrente, en mi casa. Nos veíamos a través de la ventana y le (nos) daban las tantas trabajando. ¡Qué cosas, en una ciudad que salió años después en los noticieros por un cuanto menos ridículo referéndum sobre la Feria para darle más énfasis todavía a nuestra fama de indolentes!
He seguido la trayectoria de este hombretón noble y sentimental que hace de su moda un sayo y además da en la diana. En la recién concluida Mercedes Benz Fashion Week Madrid, acaba de presentar su tercera colección, bajo el nombre Luke Leandro Cano y, claro, se ha llevado de calle al auditorio. Porque Cano sabe conjugar con destreza un buen patronaje con la tradición y la modernidad y por supuesto la artesanía.
De apariencia simple (lo simple tiene un trasfondo de ardua laboriosidad) su colección rezuma frescura. Sus siluetas son amplias, de líneas lánguidas y desestructuradas, pero con cortes geométricos, acorde también con los colores (unos estampados muy primaverales) y con los materiales. Sus colecciones siempre son la suma que hace el todo, por eso en Luke Leandro Cano no podían faltar sus tejidos estrellas.
A saber: algodones, popelines, gabardinas, croché de hilo, organzas, tules y ese cuero rompedor que hace de sus mujeres heroínas muy femeninas. Una mezcolanza que empieza a imponerse en las colecciones de otros diseñadores. «Amarás la noche» es poesía que viste el cuerpo; o sea, es Leandro Cano plasmando en sus prendas todo ese derroche de armonía y comunión con su tierra, con sus raíces, con sus huellas familiares.
La explosión de la vida, que se hace tan evidente en el campo cuando llega la primavera, se traduce en Amarás la noche en una limpieza de colores. Está la pureza del blanco, pero también los amarillos, los rojos anaranjados de las amapolas, que son las reinas de la colección; los intensos verdes y el gris como nota de fondo, que aporta ese toque de serenidad a la cuerda locura de la primavera. ¡Enhorabuena, Leandro!