No hace mucho, una amiga me comentaba la diferencia que existe entre un buen bolso y otro de reconocida mediocridad. Haz la prueba, me decía, un día de lluvia. Cuando empiezan a caer esas cuatro gotas molestas; molestas si no se está en el peor período de sequía desde hace cuarenta años, al bolso diez se le arropa…