Reflexiones. Por qué me gusta Kate

por Clara Guzmán

 

Telademoda

 

Ser reina o aspirante debe tener su miga y debe ser agobiante estar constantemente en el punto de mira, no sólo en casa sino en el extranjero, donde se la juega. Cualquier pequeño fallo se engrandece, entre otras cuestiones, porque la mujer que ostenta cualquier cargo público no puede pasar de puntillas por el foco. Va a ser «escaneada» continuamente por propios y extraños que la juzgarán según los patrones estéticos y morales de cada uno. Porque ya no eres tú, has dejado de ser una ciudadana corriente para asumir la representación de tu país. Eres su embajadora, su imagen y hay que dejar el pabellón muy alto. Dejarlo muy alto con tu educación, tu estilo, que es tu personalidad, y tu saber estar. Dicen que la clase se transmite por vía láctea, pero hay quien pone mucho empeño por alcanzarla, en una tarea nada fácil, sobre todo cuando no se ha nacido para ejercer este oficio.

 

 

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Por eso me gusta la duquesa de Cambridge, Kate. Es natural sin caer en el artificio, es sencilla en su trato, va erguida, pero sin parecer arrogante, y por encima de todo es consciente de la institución a la que representa, tarea, que, a mi juicio, realiza con un notable alto y con visos de mejorar. Esa sensación es la que transmite cada vez que aparece en público, ya sea en una fiesta o en una reunión informal. Se viste con ropa de diseñadores de su país, a los que promociona, y con ello defiende y protege una industria que genera, como en todas partes del mundo, muchos puestos de trabajo. Se muestra satisfecha de sentirse inglesa y, efectivamente, hace gala de su idiosincrasia. Tampoco esconde lo orgullosa que está de su familia, de sus hijos, a los que no tiene reparo en exhibir al pueblo, con el arrobo propio de cualquier progenitora. Hijos que en ocasiones la acompañan a sus viajes oficiales.

 

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El más reciente ha sido a Canadá, donde ha demostrado de nuevo ser una auténtica inglesa en el aspecto protocolario. Al igual que Margaret Thatcher se vestía con los colores del país que visitaba, la duquesa de Cambridge ha lucido un broche de brillantes, de sencillo diseño, con la forma de la hoja de arce, símbolo del país anfitrión. Entre los modelos elegidos, un vestido estampado de Alexander McQueen, otro rojo de Preen y uno azul de Jenny Packham. Sin olvidarse de los accesorios, el «clutch» Nina, de la firma también inglesa L.K.Bennett, y un tocado, que, como siempre, lució de manera magistral. No suele llevar escotes pronunciados ni diseños que descompongan su ser y su estar y el largo de sus faldas se ajusta siempre a la etiqueta. Su discreción empieza a ser un activo entre los ingleses que ven a una mujer emocionalmente estable y preparada para asumir el papel que en el futuro se le va a asignar. Muy alejada, por tanto, de los altibajos de Lady Di, su suegra, a la que no conoció. Kate es también plebeya, pero se comporta como una reina.

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1 comentario

Susana 5 octubre 2016 - 22:54

Me encanta este blog. Te enteras de muchas cosas, algunas muy curiosas. Y la duquesa de Cambridge será una buena reina.

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