Nada nuevo bajo el sol

por Clara Guzmán

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¿Hay algo nuevo bajo el sol de la moda? Si todo son revisiones del pasado, ¿cómo recordarán las generaciones venideras estas últimas décadas en las que todo ha consistido en “inspirarse” en las anteriores? ¿La crisis ha llegado también al concepto de moda?

 

 

Paul Poiret, visionario y pionero en el mundo de la moda, afirmaba en 1890 que el vestido es una industria cuya razón de ser es la novedad. ¿La novedad, se preguntan continuamente no sólo los críticos, sino el público cuando ve las últimas colecciones de los diseñadores? Llevamos unos años en lo que todo son miradas al pasado, envueltas en el celofán del neo, donde también se refugia la crisis del sector. La crisis industrial existe, sí, pero ¿y la de las ideas? ¿Han entrado en dique seco los creadores? ¿ o es que, según la sentencia de san Ignacio de Loyola, en época de tribulación no hacer mudanza?

Bien es verdad que, según los expertos, los finales y los inicios de siglo son períodos de eclecticismo; o sea, etapas del vale todo, una especie de reflexión acerca de por dónde van las preferencias del consumidor. Pero al consumidor del 2010 ya es muy difícil manipularlo. Lo dicen los mismos diseñadores: “Ahora la gente está bastante informada, sigue la evolución de la moda a través de los medios de comunicación, sobre todo internet y está al tanto de todo”. “La recesión ha cambiado a los consumidores. Quieren cosas mejores. Demandan más calidad en la factura, más individualidad y personalidad”, dice Nicolas Ghesquière, director creativo desde 1997 de la firma Cristóbal Balenciaga. “Nadie quiere llevar lo mismo que todos los demás –continúa-. Ha habido un cambio en el equilibrio entre lo individual y lo colectivo. Hay mayor uniformidad y, al mismo tiempo, más expresión individual. Es la consecuencia de la globalización y de la aceleración en la difusión de información”.

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Otra vez los sesenta

Pero, ¿qué tienen que ver la globalización e internet con la carencia de ideas? De todas las miradas al pasado que durante estos años han realizado los creadores, su parada y fonda en los sesenta ha sido la más fecunda. Etapa clave en muchos aspectos sociológicos que engarzan con la vestimenta, como así ocurriera con la Revolución francesa y la moda, aunque de tan exprimida, esta veta está agotada. Los sesenta van a regresar este invierno. Así lo han decidido diseñadores como Stuart Vevers en su desfile para Loewe; Riccardo Tisci para Givenchy o Phoebe Philo para Céline. Es bien cierto que la década prodigiosa levanta pasiones pero también que sus continuas evocaciones indumentarias han desgastado el concepto primigenio de las modas: la novedad y el cambio. Lo dijo acertadamente el fotógrafo Cecil Beaton: “Las modas son efímeras; la moda es eterna”.

Las modas, evidentemente, pasan; la moda permanece y así, singularizada, entronca con la estética, la ciencia o el sentimiento de lo bello, palabra de origen griego que viene del verbo sentir. La estética, por tanto, provoca una emoción, un sentimiento de turbación, un sobrecogimiento. Pero lo nuevo deja de ser bello cuando se estandariza, y por tanto se vulgariza, y lo vulgar está muy alejado de lo bello.

¿Se vulgarizan las tendencias cuando se recurre a ellas un año sí y otro también? Depende de cómo se realicen esas revisiones, de quién las firme – el marquismo sigue vivo a pesar del menor consumo- y de quién se las ponga, los referentes continúan siendo necesarios en esta sociedad del marketing. Lo incuestionable es que dichas tendencias están marchitas, por mucho abono que les pongan, y que rompen el concepto de cambio constante asociado a la moda.

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Del cambio a la copia

Algunos expertos apuntan a que la moda ha dejado de ser cambio para convertirse en copia. Es una copia constante sobre todo del pasado, de las décadas que marcaron hitos, como los cuarenta, a través de las divas del cine; de los cincuenta, por la elegancia de mujeres con gran personalidad como Jackie Kennedy; de la década prodigiosa, de los hippies de los setenta, de la música discotequera de los ochenta o del minimalismo de los noventa, aunque a lo largo de esta última década empezó a sentirse en las pasarelas la fiebre de la “nostalgia”.

Pero, ¿qué dicen los diseñadores al respecto? Muchos se sienten agobiados ante la presión de tener que hacer dos colecciones al año de ropa, más las de complementos, accesorios, o de los objetos más inverosímiles. Se queja Marc Jacobs, pero también Juan Duyos lo reflejaba en un artículo, que suscribía la mayoría de los diseñadores andaluces consultados por esta periodista. Tienes que ser chico para todo. Desde crear tu colección hasta venderla, y así es muy difícil innovar. De todas formas y según Coco Chanel, la moda es el estilo. ¿Qué pasaría si los distintos diseñadores, que a su vez tienen una legión de seguidores, dejaran su sello, su impronta, aunque estuviera basada en la copia? ¿No ocurriría lo mismo con los escritores que, a juicio de muchos críticos, escriben siempre la misma novela, pero con distinto título? De todas formas, lo dijo Confucio, renovarse o morir…si queremos que las modas sean sinónimo de cambio y evolución.

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52 comentarios

Macarena 24 agosto 2010 - 10:22

Me gusta este blog. Ahora que estoy de vacaciones me he leido lo que tenía atrasado.
Saludos desde Mairena del Aljarafe

Canela pura 23 agosto 2010 - 19:15

Clarita hija, qué movidón. Me lo habían contado en un sarao pero no daba crédito. No puede ser, me dije. Imposible. Pero no hay quien te encuentre. Llamé al ABC, pero mudos, que si no dan tu número, que si estás de vacaciones, que si ya no paras allí. Chica, qué misterio.

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