
Desde que conozco a la firma española Lebor Gabala, las flores han sido uno de sus estampados estrella, sobre todo en las colecciones de primavera-verano. Ahora vuelve a sorprendernos con un motivo que lleva siglos poblando el diseño textil. Al parecer, los primeros ejemplos surgieron en las sedas procedentes de Extremo Oriente, que llegaban a Occidente a través de las rutas comerciales. En la Edad Media y en el Renacimiento, las ropas con estampados florales eran un signo distintivo de las clases sociales altas, debido a lo costoso que resultaba elaborarlos. Hoy empieza la Feria de Sevilla y las calles se llenarán de flores. Flores en los diseños de los trajes de flamenca; flores en la cabeza de las mujeres, en las casetas… Flores, siempre flores, porque estamos en primavera. Si lo sabrá Lebor Gabala…


Vemos los diseños y nos evocan un preciosista jardín de flores. Las hay minúsculas y delicadas que afloran en conjuntos lenceros, mini vestidos y camiseros ligeros, junto a otras flores pictóricas que se llevan la palma en jerséis con pinceladas que nos recuerdan a los pintores impresionistas. Como Monet y Manet, que utilizaban las flores para explorar la luz y el color y así capturar para la eternidad la esencia de la naturaleza. Las flores han venido a estrenar esta nueva edición de la Feria de Sevilla como un heraldo de la felicidad y la alegría. Lebor Gabala, lo saben mis seguidores más fieles, es la adaptación fonética de Leabhar Ghabhála Erenn, título de un libro de mitología celta que significa «el libro de las conquistas».


Pero también designa a una firma de moda femenina «made in Spain» que ha conquistado al público nacional y al internacional. Las cuidadas creaciones se deben a Maite Muñoz, su diseñadora, quien tras años de experiencia en la industria textil decidió plasmar todo su bagaje en su propio proyecto: una marca cimentada en el punto. Y aquí está siguiendo la ruta marcada por aquellos estampados florales que durante la Edad Media y el Renacimiento adornaban los tejidos con diseños alusivos a plantas autóctonas. A saber: peonías en China; tulipanes en Persia; girasoles en Inglaterra, aunque las rosas formaban parte del bucólico paisaje de cada uno de ellos.

La Revolución Industrial permitió abaratar el precio de la estampación textil floral. Esta circunstancia, unida al fin de la moda encorsetada, hizo que a principios del siglo XX se democratizase el uso de este tipo de diseños. A partir de ahí, las rosas nunca han abandonado la moda femenina, ya sea en sus versiones más pop (años 60 y 80) o en sus vertientes más sutiles, la década de los setenta y en la actualidad. De hecho, las telas de ropa estampadas y la ropa de mujer de los años sesenta, setenta y ochenta muestran la evidencia de una amplia variedad de patrones florales y su presencia permanente en la moda femenina. Ahora, cuando rebasamos las dos décadas del siglo XXI, las flores siguen poblando ramilletes de vestidos, incluso de flamenca. Gracias, Lebor Gabala por ofrecernos tu particular jardín.