La viuda calzada

por Clara Guzmán
Sacha London

La escritora Espido Freire, con el zapato Espido, de Sacha London

 

Si hubo una vez en el cine una condesa descalza, a santo de qué no iba a haber en las letras una viuda calzada. Calzar a una viuda es a lo que ha aspirado siempre un hombre patrio; de esos de pelo en pecho, palillo en ristre y cartera sudorosa de billetes. Una viuda en picardías al sofoco de la noche, en la figurada frescura de la soledad, era el socorrido sueño cuando se vivía ayunos de erotismo doméstico, internáutico y escolar con certificado.

Espido Freire, que es una escritora joven pero experimentada en los surcos que dejan las letras, ha ganado el premio periodístico Luis García Berlanga del Museo del Calzado de Elda 2009 con una «Viuda»  casada con la horma de su zapato.

El relato, que engancha, esponjea y encharca, es el perfecto «menage a trois» entre cultura, erotismo y moda. Con «Viuda», Espido Freire homenajea al Freud más libidinoso. Para el creador del psicoanálisis, un zapato de tacón era el súmmum del erotismo, un objeto por y para el placer que hacía las delicias de los más recalcitrantes fetichistas. El cine, la literatura y sus hijos menores le fueron dando la razón y el taconeo ha ido marcando la mayoría de edad sexual del hombre.

 

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La bolsa que cubre los zapatos, con un fragmento del relato

 

Zapato Espido

Con «Los melocotones helados», Espido Freire nos caldeó el alma. Ganaba el Planeta en 1999 y se subía a la plataforma literaria para otear el panorama, apuntar con tino al Ateneo de Sevilla y hacer diana. Fue suyo en el 2007 con «Soria Moria». Ahora se le ocurrió subir al pedestal de unos tacones a una mujer en el culmen de su vida, en el estado, dicen que perfecto: «Viuda». La protagonista  de su relato pasea descalza o calzada por los marmóreos senderos de dos hombres. Desbroza  el camino o lo siembra, a veces en barbecho, a veces en vergel y camina con la voluptuosidad de quien está en la cúspide y no necesita correr por la base.

Espido sabe que hay quien expira por un zapato: por su olor a estreno, por su tacto anticipo de otros tactos; por atraer las miradas, por el gusto de tenerlos y saborear sus días de gozo…Y por oírlo, oír el sonido de sus huellas, que es el sonido del kilometraje de la vida. Espido Freire ha grabado en un CD su relato y la firma española Sacha London , de Elda (Alicante) ha dado vida al modelo Espido, un zapato de  raso, charol negro y forro fucsia, que se protege de inexpertas miradas en una funda negra, en la que se lee un insinuante adelanto de «Viuda».

El zapato Espido camina siguiendo la línea de puntos que van a dar a la vida. No es una recta, es una curva, donde suele estar la mujer en pie de guerra. Si la realidad no lo permite, la literatura lo consiente. Que se lo pregunten a Espido Freire.

52 comentarios

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