Dejad que los niños se vistan de niños

por Clara Guzmán

foto1Me acuerdo de mi amigo Antonio de Sigüenza cuando decía: «Dejad que los niños se acerquen a mí, que yo me iré a otro sitio». Me acuerdo cuando estoy sentada como una reina panderetona en las gradas de la pasarela de la Feria Internacional de Moda Infantil y Juvenil (FIMI), de Valencia. Por mi vista pasan los pequeños modelos que, en el registro de la memoria, me parecen los mismos que veía años atrás y que quizá  hasta sean los padres de los de hoy. A mi lado está Linda Heras, la mano derecha de Roberto Verino, de visita en la Feria para echarle el ojo a una firma que haga la producción de la colección infantil que el diseñador gallego lanzará el próximo verano.

Me acuerdo de mi amigo Antonio porque hay algunos diseños que me obligan a evocar la bíblica frase adaptada al sector: «Dejad que los niños se vistan de niños». Hay niños que despiertan de ser niños con la pesadilla de ir enfundados en jibarizados ropajes de adultos. Ojalá que nunca despertaran de forma tan abrupta.

Flower Power

 

Pepa Ortiz, la diligente y entusiasta directora de FIMI, se empeña en foto2que cada edición supere a la anterior y así lleva un sinfín de años demostrando que las empresas las hacen las personas. Pero, ¿y las tendencias? Bueno, las tendencias de moda infantil salen del mismo laboratorio que las de la moda «adultil», pero a pequeña escala. Es decir, los niños son clones de sus mayores, pero con efecto retardado. O sea, ellos se vestirán, con mucho talante, estilo  «Flower Power» la primavera-verano 2010. Por la Pasarela FIMI desfilaron las propuestas de DC Kids, Oh Soleil!, MIM-PI, Tuc Tuc, AKR Kids, Lourdes, Cakewalk, Tutto Piccolo, Charo Ruiz Kids, Pan con Chocolate, Bóboli, Agatha Ruiz de la Prada Baby, Oca Loca, Jottum, Larrana y Barcarola. Unas con más acierto, otras con más gracia y donaire, las de más allá rozando la cursilería, pero todas con un mismo objetivo: gustar al público y vender, que es un verbo que en estos momentos todo empresario quiere conjugar.

Gustar o no gustar, he ahí la cuestión, que se vuelve filosófica cuando una rememora a Bergamin: «Como soy un sujeto soy subjetivo, si fuera un objeto sería objetivo». La periodista,  por ahora, es de la modalidad sujeto y por tanto echa mano de la subjetividad cuando tilda de pequeños remedos de ejecutivos, neohippies o cowboys a la chavalería que nos muestra lo que se llevará el próximo estío. Para gustos están los colores, dice la sabiduría popular, pero ya hace tiempo que se alzaron voces clamando por una ropa acorde a la infancia.

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El estirón

 

foto3Yvonne Deslandres, en su interesante libro «El traje, imagen del hombre» dice que «la infancia como tal no ha gozado jamás de trajes propios». Mucho antes, en 1762, Rousseau, Jean Jacques para los amigos, condenaba la moda del momento que vestía a los niños como pequeños adultos, con la intención de hacer de éstos, incluso a través de la indumentaria, personas mayores antes de tiempo y aconsejaba, no sólo por motivos higiénicos, vestidos más apropiados para la edad, que no crearan sensaciones de incomodidad, opresión y seriedad.

Claro que Rousseau abandonó a sus hijos a su suerte. Al menos eso dicen las crónicas. Jo…..roba con Jean Jacques. Nadie es perfecto, que es una manera muy cinematográfica de excusarse. Pero en estos momentos quienes de verdad levantan el vuelo son las cifras del sector de la moda infantil que, junto con la puericultura, mantiene un crecimiento sostenido con una facturación de más de 930 millones de euros, un 7,4% de incremento respecto del año anterior.  Así lo reflejan los datos correspondientes a 2008 y presentados por ASEPRI, la Asociación de Fabricantes de Productos para la Infancia, en unos momentos económicos nada boyantes. Eso sí que es dar el estirón. Lo demás son subjetividades de nosotros, los sujetos.

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6 comentarios

Sofía 29 septiembre 2009 - 15:46

Hola Clara!

Soy Sofía -de Sigüenza- y ya le he enseñado a mis padres tu post (te mandan saludos y recuerdos no informáticos, que esto a ellos les queda muy grande!) en este blog tan estupendo.

A ver si este mes que ya tendré internet en Madrid te puedo comentar las entradas y enlazarte con el mio.

Muchos besos y sigue escribiendo!

Inma Molina 15 agosto 2009 - 11:01

¡Hola Clara! Me encanta pasarme por tu blog, lees siempre artículos interesantes que te hacen pensar.

A mí , cuando era más pequeña me encantaba ponerme la ropa de mi madre; sobre todo sus tacones , eran mi pasión.Pero claro eso es divertido para un rato jugando a ser mamá. Es gracioso ver cómo podrías ser de adulro, con esas ropas; en resumen nos gustaba decir » es que yo ya soy una niña grande».

Yo , aún sé bastante poco de moda infantil , ya que mi padre no acude a esos eventos.Pero es divertido ver cómo muchos padres intentan vestir a sus hijos de » mini-yo » aunque no se dan cuenta de que a sus hijos no les importa si llevan ropa de una gran firma o no , lo que les gusta es poder moverse cómodos, no preocuparse de no estropear la ropa , que puedan roperla y mancharse.

A mí , personalmente, me parece ridículo un niño vestido de adulto, dejadles disfrutar de la diversión de la ropa y los colores arriesgados, que más adelante, quizás no puedan ponerse y estarán cansados de haber llevado toda su vida la misma ropa.

Clara, de nuevo te felicito por tus artículos, son fascinantes.

Un beso ! 🙂

Manuel Marquez Guerrero 4 agosto 2009 - 14:15

Hola Clara,enhorabuena por tus artìculos que siempre hacen reflexionar.
¿Còmo seria una colecciòn de niños diseñada por niños?
Creo que serìa totalmente distinta a las actuales colecciones diseñadas por adultos,en los que como tu bien dices en tu blog «los niños son clones de sus mayores».
Imaginemos por un momento que todos los diseñadores de ropa joven tuvieran entre cincuenta y sesenta años. (Sin duda que los hay,y algunos muy buenos,pero la gran mayorìa de los equipos de diseñadores que tienen estos «gurus» de la moda no pasan de treinta o treinta y cinco años.)
Las colecciones que salieran de los estudios de diseño de estos sexagenarios diseñadores,quizàs tuvieran una gran exquisitez técnica,pero sin lugar a dudas adolecerían de la frescura,el dinamismo,el colorido Etc que tendrían las diseñadas por un equipo joven.
Simplemente porque aquellos no estàn dentro de la «movida».
Para diseñar una buena colecciòn,no solamente hay que saber dibujar y tener buen gusto,tambièn es necesario imbuirse cuanto màs mejor,en esa parte del mercado,al que estàs tratando de influir con tus diseños.
No soy capaz de imaginarme a Carolina Herrera o a Giorgio Armani diseñando una colecciòn punk,como tampoco me imagino a Vivienne Westwood,diseñando trajes de noche con glamour.
Con esta reflexiòn vuelvo al principio y creo que la mejor colecciòn de niños,sería aquella en la que ellos «con cierto sentido del buen gusto» (aunque esto del buen y el mal gusto sería tema para otra reflexiòn),participaran de una forma importante.
Otra cosa distinta es que esta colecciòn sea vendible,pues no olvidemos que la decisiòn de compra de la ropa de niño,no està en ellos sino en sus madres.

Vicky 28 julio 2009 - 20:32

Hola Clara! felicidades por el blog, se ve muy cuidado y anima a llevarse un ratito entretenida leyendo y cotilleando ;-).
Yo, como mamá de dos niñas, por mi experiencia con ellas, creo que hay que dejar que los niños elijan lo que quieren llevar, yo excepto dejarlas ponerse abrigo en agosto o bañador en diciembre, siempre las he dejado a su aire, y ahora me alegro, no tengo disputas por la ropa (me parecen absurdas) y tienen su propia opinión y un gusto muy definido a la hora de vestirse. Además, aunque coincidimos las tres en muchas cosas, y sé qué comprar que les guste, cada una tiene un estilo muy distinto.

A la hora de diseñar ropa para niños, yo creo que es esencial primero la comodidad (sobre todo para los mas pequeños), no me gusta cuando veo a bebés con ropa que a la legua se ve incómoda y tiesa. Y luego, yo creo que podrían jugar mucho más con la imaginación, los niños son mucho más arriesgados que los mayores, y les encanta las mezclas y hasta las notas discordantes. Para mí, eso debe ser una ventaja para cualquier diseñador creativo, tener un cliente con poco sentido del ridículo y muchas ganas de divertirse.

Concha 27 julio 2009 - 14:17

Clara, ya sabes que soy una fan tuya, no solo de como escribes, sino también de como hablas y de «tu cultura de la moda» pero creo que no está tan mal la moda que se hace de los niños, lo que creo que está mal es que las marcas de «adultos» y con renombre internacional hagan la misma ropa y casi al mismo precio la de las madres/padres y la del bebé-junior, pero esto creo que pasa por ese «no se que» que algunas madres tienen de llevar a sus hijos vestidos para que se vea su «poderío» y piensan en todo menos en el niño.

Hay marcas y en este FIMI hemos visto muchas que hacen cosas estupendas, con maravillosas calidades, bien cosidas, cortadas y cómodas. Pero que tampoco calan mucho porque cuando te paseas por las tiendas de multimarca de muchos lugares de nuestra España, ves los escaparates y son los mismos modelos de cuando tu y yo eras pequeñas y de eso hace mucho…. Creo que en el pequeño «tendero» está la llave de lo que al final se ponen los niños o lo que sus madres/padres compran

María 27 julio 2009 - 10:17

En esta ocasión tengo que darte la razón, ¿porqué se empeñan los diseñadores infantiles en vestir a los niños/as (hay que ser políticamente correcto) como si fueran adultos? He visto el vídeo que adjuntas a tu comentario, (por cierto ¡enhorabuena! me ha encantado esta nota de perfección por tu parte, siempre innovando) y pocos son los diseños que se escapan del «morbo» de disfrazar a los niños de adultos. ¡Tan complicado es tener un poco de imaginación! ¿Sería interesante que estas «maravillosas» firmas de crear moda infantil incluyeran en sus nóminas algún pequeño cerebro (léase niño/a) que les dé ideas de lo que quieren en realidad ponerse o con lo que estarían más a gusto de acuerdo con cada momento de su pequeña vida? Seguro que ganarían más adeptos pues aunque parezca mentira, estos pequeños personajillos tienen su propia capacidad de decisión y, ¡también hay que saber escucharlos!

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