Los mocasines Gancini de Salvatore Ferragamo

por Clara Guzmán

 

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El mocasín procede del idioma powhatan, makasin, y en un principio fue un zapato masculino de cuero y suela dura. El término proviene del calzado que utilizaban los nativos americanos, fabricado en piel sin curtir. O sea, que el mocasín actual, hecho un pincel, procede, como tantas otras prendas y accesorios de la moda de las necesidades básicas de quiénes nos precedieron y muchos han conservado sus señas de identidad.

 

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Salvatore Ferragamo es una firma que surgió de un zapatero emprendedor, como se dice ahora, y que se fue de su Bonito natal, en Nápoles, a hacer las Américas. Triunfó en Hollywood y volvió a su tierra, donde plantó la semilla de una empresa que ahora es una de las más potentes en el sector de la moda. Katherine Hepburn y Greta Garbo fueron dos de las actrices que calzaron sus pies con los diseños Ferragamo.

 

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Como los mocasines, tanto de hombre como de mujer, que ahora han resurgido para el aperitivo del otoño, o pre-fall, que llaman los finos. Juveniles, activos y silenciosamente lujosos, cuyo adorno, el doble Gancini, es por primera vez reversible, con acabado de plateado a dorado y de mate a brillo. La más sofisticada tecnología y la artesanía fetén se dan la mano para conseguir un ajuste impecable y un nivel de confort marca de la Casa.

 

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Para las mujeres los encontramos en suave piel de becerro pintada en charol, un estilo tachonado en la parte superior y el talón y en una gama sorprendente de colores. Para el hombre están realizados en piel de ternera, terciopelo o piel de caballo. La suela es una evolución del diseño original con caucho robusto. Los colores son el negro, el lápiz labial, el rosa de invierno, el oro y la plata. ¡Que levante la mano quien quiera ir cómodo!

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