Las mejores fotos de Audrey Hepburn, en Londres

por Clara Guzmán

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Ante tanta vulgaridad ambiente que nos ha rodeado en estos días, de palabras y hechos, no sólo de indumentaria. Al fin y al cabo la indumentaria es nada menos que el mobiliario de la mente hecho visible, que dijo James Laver. Pues ante tanta vulgaridad es un bálsamo (aunque sea un bálsamo bebé, tampoco hay que sofisticarlo demasiado), saber que desde el 2 de julio hasta el 18 de octubre la National Portrait Gallery de Londres (www.npg.org.uk) acogerá la exposición «Audrey Hepburn: Portraits of an Icon». Los amantes de la estética y de una de sus figuras más señeras aún están a tiempo de buscar un billete «low cost» y plantarse en la ciudad del Támesis.

 

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Porque las fotos hablan y a veces hasta por los codos, esta muestra será un locuaz recorrido por la trayectoria no sólo laboral, sino vital de la actriz belga. Se verán imágenes inéditas de la colección personal de sus hijos, Sean Hepburn Ferrer y Luca Dotti, pero también de su labor humanitaria, lejos de las deslumbrantes luces de Hollywood. Con los años, Audrey fue nombrada embajadora de Buena Voluntad de Unicef, donde colaboró en obras para los más necesitados de América del Sur, África y Asia.

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Pero Audrey había sido desde el primer momento el objetivo más deseado de  fotógrafos de moda de la talla de Cecil Beaton (nunca lo suficientemente reconocido como artista de la cámara); Richar Avedon, Mark Shaw o Irving Penn. Los más grandes de las décadas de los cincuenta y sesenta, fotografiaron a la más grande modelo a seguir por esa elegancia innata que unos llaman clase, otros estilo y si nos centramos en Andalucía, majestad. Sí, una manera de expresar que el aludido es regio, aunque sea de sangre plebeya.

 

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No obstante, Audrey Hepburn venía de buena cuna. Nacida el 4 de mayo de 1929 en la ciudad belga de Bruselas, era descendiente de una familia de la aristocracia de Holanda, los Van Haemstra. Su abuelo era un barón muy próximo a la Corte. Su padre fue un banquero llamado Joseph Víctor Henry Ruston y su madre una aristócrata de origen holandés. Su nombre, con el que fue bautizada, era Edda kathleen Van Heemstra Hepburn – Ruston. Ahí queda eso.

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Según leo en distintas publicaciones, la exposición será la mayor muestra hasta ahora conocida de la carrera de la actriz, donde se presentarán imágenes desde que fuera bailarina de revista en Londres, hasta convertirse en una de las estrellas más fotografiadas de Hollywood.  Así como de su labor humanitaria, cuando ya era una mujer madura, muerta a la prematura edad de 63 años, en 1993, víctima de un cáncer.  El archivo familiar recoge, por ejemplo, una fotografía de la actriz con nueve años, otra de adolescente tras la liberación de Holanda o con trece años actuando en un recital de danza.

 

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La exposición exhibe un total de sesenta instantáneas, en las que se incluyen las pruebas del vestuario de «Sabrina» o las que le hizo Larry Fried en Broadway, entre bambalinas, cuando interpretaba a «Gigi», de Colette, la famosa novelista, que fue quien precisamente la recomendó para el papel. Audrey, que nunca se consideró ni tan siquiera un poco mona, dijo en una ocasión: «No pienso en mí como un icono. Lo que está en la mente de los otros no está en la mía. Yo sólo hago mi trabajo». Pero sus muchos seguidores podrán disfrutar de una exposición que derrocha belleza.

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2 comentarios

María Mira 16 junio 2015 - 8:16

Quería añadir que la moda que vemos por la calle hoy en día, es el resultado de la carencia de estética, la gente se viste porque se lleva… aunque sea horrible pero se dejan manipular por tendencias absurdas porque la mayoría tiene la mente vacía de imaginación y sentido de la estética.yo pienso también que tu imagen es una prolongación de tu personalidad y a veces siento vergüenza ajena de ver a gente por la calle.

María Mira 16 junio 2015 - 8:05

Majestuosa, sencilla y como bien dices Clara la indumentaria es el mobiliario visible de la mente. Por eso a ella le bastaban unos pitillos tobilleros, un jersey y sus bailarinas y parecía ya una princesa.
Una gran mujer con un corazón infinito de amor. Un icono que no volveremos a ver en ninguna otra. Cada foto suya es una obra maestra tan sólo por ser ella la protagonista.
Me encantaría ver esta exposición.
Gracias Clara por este reportaje e informarnos de esta exposición.
Un saludo
María Mira Trives

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