Los zapatos de Salvatore Ferragamo

por Clara Guzmán

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Sí, volvemos donde solíamos; es decir, a los zapatos. En telademoda.com intentamos complacer a nuestros seguidores, grandes amantes del calzado. Pero además da la coincidencia de que servidora es una entusiasta de los vestidos de los pies. Los zapatos son para mí la base que te lleva a la altura. Dime qué zapato te pones y te diré quién eres. No sólo por su diseño, también por su perfecto o no estado de revista.

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Para ilustrar esta disertación sobre un complemento que, como el bolso, ocupa en los últimos tiempos la primera línea de fuego de la moda, hemos invitado a la colección otoño-invierno 2017 de Salvatore Ferragamo. Zapatos de corte clásico, pero adaptados a nuestro tiempo. Salones asimétricos, botines con tejido «tweed», dorados o sandalias para lucirlas con unas originales medias, haciendo un guiño a las normas protocolarias.

 

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Me gustan los zapatos en ante, la combinación de negro y mostaza, los azules o los teja. También el que siempre ha distinguido a Ferragamo, un salón con una moña zapatera y en esta ocasión con un tacón fuera de serie, que pone su contrapunto al negro del calzado. Salvatore Ferragamo fue el zapatero de las estrellas cuando Hollywood estaba tomando posiciones como la Meca del cine. Eran los años veinte del siglo pasado.

 

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Allí se fue el napolitano Salvatore Ferragamo a hacer, eso, las Américas. Y bien que las hizo porque se convirtió en indispensable para actrices como Audrey Hepburn, Ava Gardner, Marilyn Monroe y una larga lista de rutilantes estrellas que no dudaban en que el artesano italiano vistiera sus pies. Ahora, sus herederos siguen las directrices marcadas por su fundador no sólo en el sector del calzado, sino también en la moda textil.

 

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Dicen los psicólogos que la mujer que colecciona zapatos es una viajera frustrada. Bueno, a mí me gusta viajar. No viajo todo lo que me apetecería a países exóticos y lejanos, pero hay tanto que ver en España y hacerlo en tren es una gran experiencia, siempre y cuando no te toque un maleducado al lado que cuente a través de su móvil sus interioridades y supuestas conquistas, en todos los terrenos, a voz en cuello.

 

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Viajar en AVE en una delicia, aparte de ser una metáfora de la vida. Unas horas de mi cumpleaños las pasaré en un tren de alta velocidad viendo el paisaje, oyendo música y leyendo. Cada cosa en su momento, que una es cuasi como algunos presidentes de los Estados Unidos, de los que se decía que no podían andar y comer chicle a la vez. Y si entre col y col hay unos zapatos nuevos a la vista, pues ¡qué mejor cumpleaños!

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