Chaumet y su colección de joyas para una emperatriz

por Clara Guzmán

 

Telademoda

Chaumet es una joyería de esas de altos vuelos. Fíjense si será de altos vuelos que su historia se remonta al año 1780 y está ligada a la historia de Francia. O sea, que el país galo y Chaumet caminan por colleras. Las tiaras y los diamantes ocupan un lugar destacado en esta firma, fundada por Etienne Nitot en el momento justo: las bodas de Napoléon, primero con la exótica Josefina de Beauharnais, que fue la primera musa del joyero, que da nombre a una de sus colecciones más emblemáticas, y después con la sobrina de María Antonieta. O sea, las ocasiones perfectas para crear diseños espectaculares y lucirse. Lucirse y pasar a la posteridad.

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La tiara es la pieza más emblemática de Chaumet, que habrá diseñado más de mil quinientas. Nitot, que fue nombrado por Napoleón joyero oficial, creó para el emperador y su corte todo tipo de artículos: coronas, tiaras, brazaletes, relojes de pulsera e incluso empuñaduras de plata. Tras la caída del Imperio de Napoleón, la casa Chaumet, que ahora forma parte del grupo LVMH, vivió un período de romanticismo, inspirado por las artes decorativas del Renacimiento italiano y la Francia del siglo XVIII. En plena Belle Époque, Joseph Chaumet, sucesor de Nitot, se convirtió en uno de los maestros de su tiempo, gracias a sus elegantes creaciones que sedujeron a una clientela real y aristocrática en forma de coronas, tiaras, broches, relojes y todo tipo de exclusivas piezas.

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Una de sus piezas más conocidas es la corona que han lucido todas las futuras reinas suecas en el día de su boda, una tradición que data del siglo XIX, desde que la emperatriz Josefina se la regalara a su nieta en 1823, con motivo de su boda con el rey de Suecia. Los  dibujos que inspiran la nueva colección datan de la Belle Époque, son bocetos para collares, colgantes, y diademas ornamentales creados entre 1900 y 1915, e ilustran el arte característico de Chaumet con sutiles matices. Con esta interpretación aérea y sublime, la firma celebra el encanto excepcional y la sensibilidad de Josefina, la mujer y la emperatriz.

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