Ser o no ser un bolso «Be Dior»

por Clara Guzmán

 

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Que los bolsos se han convertido en el punto de mira en el conjunto femenino es moneda corriente, como corriente es que todos los días nos demos un sobresalto con las noticias. En los anuncios a toda página aparece la modelo esgrimiendo el suyo como si fuera un trofeo, algo así como esas doñas cuando se fotografían con su santo esposo. Un trofeo de caza, la constatación del poderío o bien económico, social o los dos juntos. Bolsos hay muchos, pero bolsos distinguidos, pocos y bolsos «existencialistas«, los de Dior. Pasen y lean.

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Raf Simons, el nuevo director creativo de la Casa francesa Dior, acaba de lanzar una línea de bolsos urbana, cosmopolita y culta a tenor de cómo ha sido bautizada: «Be Dior»; o sea, «Ser Dior», con ese juego de palabras tan socorrido. Estos bolsos «existencialistas » no son necesariamente negros, el color por antonomasia de los seguidores de esta corriente filosófica. Los hay de todos los colores en boga: rosa, amarillo, blanco, celeste… además de realizados en esas pieles tan demandadas en época de crisis: cocodrilo, pitón… Llevan una solapa y un asa, aunque también disponen de una bandolera de quita y pon.

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El bolso bandolera surgió en los años veinte del siglo pasado e iba destinado a la mujer que se había incorporado al trabajo, por necesidades del guión. Es decir, los hombres estaban en el frente en la I Guerra Mundial y muchos, desgraciadamente, no volvieron o volvieron incapaces para realizar cualquier actividad. Había que cubrir sus puestos para que los países despertaran económicamente de esa pesadilla. Y allí estaban las mujeres. Mujeres dinámicas que necesitaban complementos prácticos no sólo para sostener copa y canapé en los cócteles.

 

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Se atribuye a Coco Chanel esta tendencia de tener las manos libres. Nada como Coco para facilitar la vida a sus congéneres sin abdicar de su feminidad ni de su adaptación a los nuevos tiempos.  El bolso que acaba de lanzar Dior es muy años cincuenta, rígido y de tamaño medio, nada que ver con esos voluminosos diseños para ir de compras y llevar el «kit» de supervivencia, apropiado para todas aquellas mujeres que salen de su casa a las 7:00 (un poner) y no vuelven hasta las 22:00 horas. El modelo «Be Dior» es para ir relajada, ajena a contingencias domésticas; es decir, para una mujer ya madura, aunque su embajadora sea la joven actriz Jennifer Lawrence.

 

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En los años cincuenta, una época brillante para la alta costura, sus usuarias no necesitaban fichar todos los días. Eran mujeres de la alta sociedad que vivían de las rentas o de sus adinerados maridos. Ajenas, por tanto, al ritmo frenético de madre, esposa y trabajadora. Por eso, quizás, como dicen los sociólogos, un bolso es un «contenedor de la personalidad» de su usuaria, pero  también el mejor escaparate de su estatus social y laboral.  «Su contenido puede representar el contenido de la mente», dice Alison Lurie, estudiosa de la moda. Pero su continente (su pertenencia a tal o cual diseñador o firma de campanillas) anuncia la llegada de una triunfadora.

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1 comentario

INMA PUCHAL 5 noviembre 2014 - 22:20

Clara, ¡La biblia, que quieres que te diga!.
Has dado en la diana . Maravilloso post. Enhorabuena.

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