En octubre, cita con Givenchy en el Museo Thyssen de Madrid

por Clara Guzmán
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Fotos tomadas de internet

 

El Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid ha sustituido la prevista exposición sobre el diseñador italiano Valentino por una retrospectiva de otro maestro de la moda, Hubert de Givenchy. La muestra se inaugurará a finales de octubre y estará en cartel alrededor de tres meses. Givenchy, que cuenta con 87 años de edad, será el comisario de la exposición, coordinada por Eloy Martínez de la Pera. Pero, ¿quién es Givenchy? De entrada, uno de los grandes de la moda.  Considerado discípulo del modista Balenciaga, de cuya fundación es presidente, y con quien paradójicamente nunca trabajó,  pero sí con Elsa Schiaparelli, Jacques Fath, Pignet y Lelong, antes de independizarse.

 

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Hijo de una familia noble que intentó, sin lograrlo, encarrilarlo hacia el estudio de las leyes, fue el gran artífice de que Audrey Hepburn diera un giro a su imagen y se convirtiera en su musa. Cuentan que Edda Hepburn van Heemstra, en el siglo Audrey Hepburn, llamó un día a la puerta del taller de Hubert de Givenchy, en la calle Alfred de Vigni, y que su vida cambió. Era el año 1953 y aquella promesa de Hollywood, nacida en Bruselas y ejercitada en la danza en Londres, iba a sufrir una armoniosa transformación. Givenchy era por aquel entonces un joven que dictaba normas y necesitaba de alguien que las cumpliera sin salirse del guión.

 

No sé si todo modista necesita un arquetipo de mujer en la que inspirarse. Para Givenchy fue Audrey Hepburn y para los españoles Pedro del Hierro y Jesús del Pozo, la bailaora sevillana Manuela Vargas (elegante como ella sola) y la actriz y cantante madrileña Ana Belén. Todo el mundo recuerda el vestuario de «Desayuno con diamantes», ya inherente a la película, y sobre todo el traje negro sin mangas con el que se para frente al escaparate de la joyería imposible para los que no tienen posibles. Luego llegaría «Sabrina», de Billy Wilder, y la simbiosis entre modista y actriz fue perfecta. Los dos habían nacido en buena cuna, los dos eran elegantes sin ostentación, como es la verdadera elegancia.

 

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Para la historia de la moda, de esa moda en la que se estrena por primera vez el Museo Thyssen, han quedado varias hechuras de Givenchy. A saber: La exagerada forma camisera (tipo saco) que imprimió en los años cincuenta a sus trajes y que les daba un aire de cometa: anchos en la parte superior para ir estrechándose a medida que avanzaban hacia el dobladillo. Pero también la blusa Bettina, bautizada de esta manera en honor de Bettina Grazziani, una de las más destacadas modelos parisina del momento. La blusa, confeccionada con tela de camisa masculina, tenía el cuello ancho y abierto y mangas amplias y fruncidas.

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Pero también las blusas con mangas de volantes, las rayas marineras, los rasos al estilo de Hollywood, en los años ochenta. Aunque lo que le define en todas sus décadas fue la  ardua simplicidad del corte. Por su taller, que luego instaló en la avenida George V de París, también desfilaron primeras figuras del cine como Marlene Dietrich, que según cuentan fue quien le presentó a Balenciaga, y Katharine Hepburn. Pero también primeras damas como Jacqueline Kennedy, cuando quería serle infiel a Valentino o a Chanel. Ahora tendremos la ocasión de ver toda su trayectoria en esta apuesta del Thyssen.

 

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Una apuesta que empezó, según cuentan las crónicas, cuando en la Exposición Universal de París de 1937, se dio de bruces con un modelo del vasco Cristóbal Balenciaga, en una puesta en escena surrealista del pintor catalán Salvador Dalí. En 1992 celebró sus cuarenta años de creación con una retrospectiva en el Palacio Galliera de París, en un momento en que se recibía con los brazos abiertos (y cuándo no) el regreso del estilo de los años 50, del que Givenchy fue su verdadero artífice. Ahora, el Thyssen calienta motores para la esperada retrospectiva del modista para quien Balenciaga era Dios.

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3 comentarios

FÁTIMA 4 enero 2015 - 13:06

Tuve finalmente la oportunidad de visitar la exposición, y aunque me gusto, en parte ha sido una decepción. La mayoría de los vestidos expuestos son de los años 90.Casi nada de la época gloriosa donde vistió a Audrey Hepburn. Al menos si pude contemplar algún vestido que le hizo a ella, varias prendas para Wallis Simpson, ótras para Jackie O. y un vestidito para Carolina de Mónaco cuando era pequeña. A pesar de todo, salí con buen sabor de boca. Había muchísima gente, señal de que la moda interesa como arte. Espero que pronto haya más en España, y ojalá el museo de Bellas Artes de Sevilla algún día acoja algo así

FÁTIMA MARTÍNEZ 16 julio 2014 - 22:03

Es genial que poco a poco se vaya reconociendo en España que la moda es arte, y prueba de ello es que cada vez más museos realizan exposiciones de moda, aunque de momento, todos privados, pero algo es algo. Para mi el museo Thyssen es de los mejores de España, con lo que estoy encantada que acoja esta exposición sobre Givenchy. Aunque, la primera opción fuera Valentino, que por razones económicas, finalmente no expone, es genial que se realice una exposición sobre la costura de Givenchy, siendo él mismo el comisario, lo que le va a dotar su impronta y su sello de verdad, y no del sustituto actual de la casa. Él sabrá darle a los vestidos ese toque de glamour tan delicado , que tuvo a Audrey Hepburn como su máximo exponente.

Evelyn Normand 15 julio 2014 - 0:38

Preciosa referencia a mi amigo Hub,lo conoci gracias a mi querida Audrey Hepburn.Aun recuerdo en una visita a su taller,me conto que en su dia cuando le dijeron que «Miss Hepburn» visitaria su taller para unos encargos,unos diseños para su proxima pelicula.Cual fue su sorpresa cuando vio que «Miss Hepburn» era en realidad Audrey Hepburn y no Katharine Hepburn.Rechazo la idea de vestir a esa chica delgaducha y «moderna»,pero Audrey con su clase y su corazon lo conquistaron.Pasaron los años y ya no solo fue su musa,ya fron amigs eternos.Un abrazo.

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