Pertegaz, pequeño gran hombre

por Clara Guzmán

pertegaz3A primera vista, Pertegaz es un alfeñique, esa palabra de origen árabe que designa a los debiluchos, a los de escasa complexión. Pero eso es sólo a primera vista. Cuando le tienes tomada la medida, Manolo Pertegaz es un gigante capaz de luchar contra los molinos de la vida a la provecta edad de noventa y un años, que celebra el 18 de mayo, cuando se cumple un lustro de su última salida a escena: la creación del traje de novia de Letizia Ortiz.

A Manuel Pertegaz, Manolo para los amigos, lo conocí el año 1991, cuando un grupo de periodistas especializados en moda le concedimos el primer premio Baileys por ser una de las figuras clave de la alta costura española. Era un rabo de lagartija, no paraba quieto, lo que hoy en el lenguaje políticamente correcto llamaríamos un hiperactivo y nos quedaríamos tan panchos. Recuerdo que andaba el hombre tan inquieto y aturdido que aseguraba romper el vaso que en la mano le servía de asidero para no caer en el abismo del retorno a los focos. Luego le empezarían a llover los premios, porque una vez que sacamos a orear a las figuras que nosotros mismos arrinconamos no hay quien nos pare. Y Pertegaz se merecía todos los reconocimientos, con más justicia que las afiladas críticas por el envarado traje que le diseñó a Letizia Ortiz para la boda que cambiaría sociológicamente la manera de ver a la monarquía.

Recuerdo que aquel día lo acorralé en un rincón, con esa glotonería del periodista clásico, que pugnaba por saciarse de la sabiduría del maestro antes de que llegara la competencia y desplegara las mismas armas. Mientras no perdía puntada de lo que sucedía a su alrededor, iba hilvanando palabras que a veces semejaban silbidos, no sé si de los nervios o provocados por su acento de maño de Teruel. “Mire, ahora ya nadie empieza desde abajo. Ahora ya nadie sabe si la ropa tira de aquí o de allá. En esta profesión hay que saber planchar; conocer todos los pasos necesarios para construir una prenda. En París, Dior, por ejemplo, no sabía ni cortar ni probar. En cambio Balenciaga, ¡oh, Balenciaga!, ése lo sabía todo”.

Camino a Barcelona

A Pertegaz, la turolense Plaza del Torico se le quedó enseguida pequeña y, como tantos otros españoles, emprende el camino de la emigración; en su caso el camino a Barcelona. Allí, con su hermana Encarnación, con la que se inició en el arte de modelar el cuerpo femenino, abre su primer salón por los años cuarenta del siglo pasado. “Jacqueline Kennedy pasó por allí. Me gustaba físicamente y sobre todo porque andando el tiempo lograría, con su personalidad, desencorsetar a la mujer americana. Ava Gadner era bellísima, respondía a su época, era todo un ídolo. La vestí en Madrid y en Barcelona, en las dos casas de costura que he tenido, lo mismo que a Audrey Hepburn, que es (en esa fecha aún vivía la singular actriz) una dama muy distinguida”.

La riqueza de Andalucía

Por aquel entonces gobernaba España Felipe González y Pertegaz, no sé si porque decirlo era lo adecuado o porque le salió del alma, me confesó que su musa actual sería la mujer del presidente, Carmen Romero. “Como todas las andaluzas tiene una gracia especial. Ahí está la sevillana Nati Abascal, una señora fenomenal, que pasó mis modelos en Nueva York. Yo soy un enamorado de Andalucía, hasta tal punto que mi madre me solía decir: Porque sé que eres mi hijo, sino diría que eres andaluz”. “Cuando veo esas casas encaladas, esa alegría, esa gente endomingada en día laborable, siempre pienso que nadie es pobre en Andalucía, que allí saben vivir”.

Lo que más me llamó la atención de aquel encuentro no sólo fue el baile de San Vito que se traía aquel pequeño gran hombre mientras esperaba el momento de la entrega del premio, sino que fuera tan sincero al hablarme de la relación entre el dinero y la elegancia. “Ir bien sale carísimo y ocuparse de uno mismo también. Lo que el modista debe conseguir es que la mujer sea seductora, que la ropa funcione, que dure, que no se marchite en el armario. Mire, una vez Pierre Cardin mostró en un desfile un modelo genial. Cuando los fotógrafos lo reclamaron para reproducirlo se descubrió que era una gasa, bien puesta, pero una gasa. Eso es gracioso, pero no va a misa”.

A misa fueron todos los diseños del maestro que se exhibieron en el Museo Reina Sofía de Madrid de febrero a mayo de 2004. Por sus sugerentes túnicas, sus deliciosos abrigos de crêpe, sus perfectos sastres… no había pasado el tiempo. Porque la belleza, y cojo la cita de mi admirado Oscar Wilde, es la única cosa a la que el tiempo no puede ocasionar daño alguno. Y porque las modas son pasajeras y la moda, eterna. Gracias Cecil Beaton por ayudarme a rematar el artículo con la mejor frase que de tu boca ha salido para poner las cosas de la aguja y el dedal en su sitio.

Entre el cielo y el suelo

Lo contaba en la revista “Yo dona” el compañero Jesús María Montes-Fernández. Pertegaz preparaba un encargo de catorce trajes de una clienta americana a unos días de alcanzar la provecta edad de noventa y un años. “La gente ha seguido llamando a mi puerta para que la vista, pero te diré que preparar todo un armario de temporada como el que me ha pedido esta señora es agotador”.

“Diseñar – le comentaba al periodista- es una necesidad vital para mí. Amo la belleza. Por ejemplo, cuando me empecino con una manga no paro hasta que no queda como quiero”. En el año 2003 escribía Pertegaz un artículo en el que refería una anécdota que da fe de su visión de la moda. “El Papa Juan XXIII recibió una vez a los diseñadores italianos y, mientras veía sus trabajos, les dijo: “Cuando ve trajes bonitos, Dios sonríe complacido”. Creo que el trabajo de quienes nos dedicamos a la moda consiste en seguir haciendo que Dios y las personas sigan sonriendo. Es una labor apasionante”.

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3 comentarios

Willy 17 septiembre 2012 - 16:12

I like your style

Fabiola García-Liñán 1 junio 2009 - 18:57

Hola guapísima¡Enhorabuena!Ya te echaba de menos.Mucha suerte con tu blog. Como posees una extensa cultura sobre moda, me parecen muy interesantesa tus artículos.Estoy bastante de acuerdo con los maestros Toni Benitez y Pertegaz:Un buen traje no se hace en un día y hay que saber lo básico para conseguir una buena creación.Sólo descubrir las posibilidades de un tejido o sacar partido a los matices de un color…¡cuánto de nuestro tiempo necesitan!.La inspiración no entiende de horas.Y los patrones , las costuras bien hechas o la prenda bien planchada menos.Los que trabajamos en esto sabemos que se trata de algo que tiene que ver con el artista y con el artesano a partes iguales.Gracias a Dios que tenemos máquinas que nos ayudan pero no andan solas ni saben pensar.Un fuerte abrazo¡Ah y estoy contigo:¡que dejen en paz a Cocó Chanel!.Sólo personas de bajo nivel moral y profesional disfrutan tirando por tierra la fama de los grandes.¿Acaso quieren así ocultar su propia bajeza?

jesus maria montes-fernandez 31 mayo 2009 - 17:07

hola hola super CLara. Perdona que haya tardado tanto en contestarte. He estado en Roma en la final de la Champions animando al Barcelona; soy culé hasta la médula: allí toqué el cielo y todavía no he bajado de esta temporada espectacular con 3 títulos históricos.
Muchas gracias por mencionarme; ay, Claritus, ya queda poca gente como tu y como yo: honrados, honestos, buenas gentes que ayudamos o tratamos
o de ayudar sin esperar nada a cambio. Me parece muy bueno tu blog y yoque doy clase en munchas universidades te lo voy a promocionar. un beso y a ver cuando hablamos para saludarnos de viva voz, hija. muak.jesus mari

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